Manuel Montero

Con motivo de una apertura de curso, el entonces decano la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco se felicitaba en la intimidad de la presencia de catedráticos togados en el acto junto a la bandera blanca de la especialidad. Todo un síntoma universitario y un caso de normalidad académica en una comunidad tradicionalmente recluida (como la sociedad) en las disciplinas clásicas y laboralmente rentables (medicina, ciencias, ingenirería). El Rectorado era otra cosa. Desde su creación, los rectores de la UPV han alternado las ciencias y las letras, como una expresión universitari...

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Con motivo de una apertura de curso, el entonces decano la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco se felicitaba en la intimidad de la presencia de catedráticos togados en el acto junto a la bandera blanca de la especialidad. Todo un síntoma universitario y un caso de normalidad académica en una comunidad tradicionalmente recluida (como la sociedad) en las disciplinas clásicas y laboralmente rentables (medicina, ciencias, ingenirería). El Rectorado era otra cosa. Desde su creación, los rectores de la UPV han alternado las ciencias y las letras, como una expresión universitaria de la alternancia social. Entre los rectores electos, Goio Monreal y Pello Salaburu han representado las letras; Juan José Goiriena de Gandarias y Emilio Barberá (de infausto recuerdo) el de las ciencias. Manuel Montero (Ea, 1955) deshace ahora el empate y se convierte en el segundo rector proveniente de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación, un territorio más proclive a la imagen social del enfrentamiento que a la vivacidad que muestra en sus aulas y departamentos.Por alguna extraña formulación, los rectores de la Universidad surgen de un lado, con apoyos de los otros. Los rectores son biólogos o mécicos, historiadores o filólogos, pero tradicionalmente existe la convicciòn de que los eligen los cientificos, los médicos o los ingenieros, de una aparte, los sindicatos (CC OO y STEE-EILAS) o los campus (tradúzcase por la sensibilidad social de los tres territorios históricos).

Manu Montero, historiador, decano de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación (injustamente denominada, por reduccionismo, "Periodismo"), es el rector elegido de forma más natural de toda la historia de la UPV-EHU, lo que en sí mismo traduce una situación de máxima normalidad. Por vez primera se han presentado tres candidatos con posibilidades de salir elegidos y prestigio. Por vez primera el equipo saliente se dividía entre dos aspirantes, diluyendo los réditos del poder. Por vez primera, al fin, la UPV vivía unas elecciones normales: enconadas en los resultados, abiertas en los aspirantes y lo suficientemente distintas partiendos del mismo tronco.

Ese es el principal activo de Manu Montero, la gestión de una Universidad normalizada como jamás lo ha estado. Monreal fue el pionero, Barberá, la tormenta, Goriena, el reconstructor, Salaburu el impulsor. Al fin, la normalidad.

Definir a Manu Montero como el candidato de la izquierda supondría, seguramente, una traslación un tanto apresurada de la realidad social al mundo universitario. No porque el nuevo rector no lo sea, fiel a su trayectoria ideológica que le llevó del comunismo, durante el franquismo y la transición, al socialismo político (con una leve reacción visceral que le incluyó en la Democracia Socialista de García Damborenea), en un tiempo y un momento determinados.

Sobre todo, desde el punto de vista universitario, Manu Montero es un historiador de prestigio que, por su actitud personal, puede seguir la impronta de Salaburu en cuanto a la determinación de sus convicciones.

Reflexión y acción

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Porque de Manu Montero se espera o se supone que es un hombre de acción, con las ideas claras y un proyecto universitario en una Universidad siempre afectada por la movilidad social y las rachas atemporaladas de los conflictos familiares.

Seguramente de su elección trascenderá que era el candidado de CCOO, como si éste (u otro) sindicato pudiera decidir de antemano el sucesor de su antecesor, como se habla de los candidatos de Ingenieros o de Ciencias o de Guipúzcoa. Más reduccionismo.

La Universidad, para bien o para mal, resulta más sencilla y al tiempo más compleja. Sencilla por la endogamia de la institución; compleja por la permanente adecuación a la realidad, que nunca deja a todos satisfechos.

De Manu Montero se puede pensar que tiene las ideas claras y el pulso firme; que conoce la Universidad con suficiente detalle (como sus dos oponentes) y que tiene un retrato del país que se asemeja (es imposible clavarlo) a una fotografía cambiante. Pero su principal activo es la gestión de la normalidad. No debe extrañar la abrumadora participación en el claustro (un órgano que sólo se siente importante cuando elige al rector). Todo un activo para una persona tan activa como reflexiva.

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