Tribuna:

Rivaldo anda caliente RAMON BESA

Alrededor de Rivaldo va creciendo una leyenda de jugador egoísta que sólo la autoridad de Louis Van Gaal ha sabido poner al servicio del equipo sin reparar en que Wanderley Luxemburgo ha organizado la selección de Brasil de acuerdo a su condición de futbolista singular. Quizá por su condición de cuerpo extraño en un grupo automatizado, Rivaldo es siempre protagonista en el Barça salvo en vigilias de los partidos contra el Real Madrid. El brasileño se enfrenta al Real Madrid un punto por debajo de Figo de la misma manera que no hay ningún jugador como Guardiola para capitalizar la mística que d...

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Alrededor de Rivaldo va creciendo una leyenda de jugador egoísta que sólo la autoridad de Louis Van Gaal ha sabido poner al servicio del equipo sin reparar en que Wanderley Luxemburgo ha organizado la selección de Brasil de acuerdo a su condición de futbolista singular. Quizá por su condición de cuerpo extraño en un grupo automatizado, Rivaldo es siempre protagonista en el Barça salvo en vigilias de los partidos contra el Real Madrid. El brasileño se enfrenta al Real Madrid un punto por debajo de Figo de la misma manera que no hay ningún jugador como Guardiola para capitalizar la mística que despiertan los choques en escenarios únicos como Wembley.Figo recupera en un partido el ascendiente que no se le reconoce en el día a día, por norma gobernado por los goles de Rivaldo frente a adversarios de menor peso y en circunstancias generalmente favorables. Hay incluso quien advierte que Rivaldo juega dos partidos en uno: se somete al dibujo de la libreta y cuando el marcador se ha movido, para bien o para mal, se deja ir para expresar su capital futbolístico, presidido por gestos técnicos de todo calibre, así que más que decisivo resultaría un futbolista de segundo o tercer gol que solamente se adorna cuando ya no le pueden reñir. Nadie ha sabido explicar, en cualquier caso, porque la sequía del Barça coincidió con la esterilidad de Rivaldo.

No es casualidad que Rivaldo se haya reencontrado con el gol en vigilias del choque del Bernabéu. Los grandes futbolistas huelen los grandes partidos. En la época del dream team, los jugadores sabían cuánto duraría un partido con sólo mirarle la cara a Romario. Si estaba negro y resoplaba, la victoria era segura. Rivaldo es de gesto austero, pero anda caliente, como se dice en el fútbol del jugador talentoso, de juego intangible, que se impone ganar un partido más que otro. No es que Rivaldo no quisiera marcar contra el Alavés sino que sintió la necesidad de golear contra el Valladolid. No le hubiera gustado reencontrarse con Brasil en la penuria ni viajar a Madrid en desventaja.

Puede que Rivaldo no resulte hoy decisivo en Chamartín, porque el fútbol es imprevisible, pero su despertar no es casualidad. El brasileño ha recuperado a tiempo su condición de mejor futbolista del mundo. Hay veces en las que se impone reivindicarse, y se diga lo que se diga a Rivaldo siempre le gustó que le trataran de usted en los grandes partidos como el de hoy, y si no recuerden que, vistiendo la zamarra azulgrana, nunca perdió contra el Real Madrid en la Liga.

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