Tribuna:

Noble decisión

Los motivos personales del ya ex ministro Manuel Pimentel se han desvanecido. Pimentel se ha ido dejando tras de sí una estela inquietante de dudas sobre el fondo de lo que le ha obligado a dejarlo todo plantado en momento tan inoportuno para su partido, el Partido Popular (PP). En el gesto del ex ministro está implícito el reconocimiento de que algo muy importante no funcionó en su Ministerio, el de Trabajo, y eso, que al reconocerlo es justamente lo que le llega a la gente, ha molestado extraordinariamente al presidente del Gobierno, José María Aznar.Pimentel dimitió a solas, sin dar cuenta ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Los motivos personales del ya ex ministro Manuel Pimentel se han desvanecido. Pimentel se ha ido dejando tras de sí una estela inquietante de dudas sobre el fondo de lo que le ha obligado a dejarlo todo plantado en momento tan inoportuno para su partido, el Partido Popular (PP). En el gesto del ex ministro está implícito el reconocimiento de que algo muy importante no funcionó en su Ministerio, el de Trabajo, y eso, que al reconocerlo es justamente lo que le llega a la gente, ha molestado extraordinariamente al presidente del Gobierno, José María Aznar.Pimentel dimitió a solas, sin dar cuenta a nadie de su grave decisión, tan a nadie que incluso a Aznar le informó de su decisión después de haberlo hecho a la prensa. Pimentel tenía miedo de que su dimisión fuera convertida por Aznar al conocerla en destitución fulminante y así, como cese y no como dimisión, fuera hecha pública, es decir, como decisión de Aznar y no propia del ex ministro. Nada funcionaba en las relaciones entre Aznar y Pimentel, que se ha visto, dicen quienes han estado cerca, demasiado solo en los últimos tiempos.

Incluso aseguran los que han visto más allá, abandonado por quien ha sido su amigo íntimo, Javier Arenas. Amalia Gómez, todavía directora general de Asuntos Sociales, dejó que se le viera la tristeza por el destrozo de todo lo que llevó al trío al Ministerio y que ha acabado mal.

Los días de vino y rosas han pasado. Javier Arenas ha asegurado que no se siente responsable políticamente del asunto Aycart, porque aunque éste tuvo un alto cargo mientras él fue ministro, nunca fue un hombre de su confianza. Teniendo en cuenta que sí lo fue de Pimentel, suena demasiado dura la puntualización de Arenas.

Las lágrimas de Amalia Gómez, por contra, se pueden también interpretar como su gesto público de solidaridad con quien impuso un cierto estilo, dialogante y abierto, en el Ministerio de Trabajo, y ha asumido su parte de responsabilidad en el grave descontrol de los fondos públicos para formación. Porque el asunto es grave, tenía que ser y ha sido grave la decisión. Y noble.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En