Las firmas británicas Glaxo y SmithKline forman el mayor grupo farmacéutico del mundo

Dos años después de haber roto abruptamente las negociaciones, los laboratorios británicos Glaxo Wellcome y SmithKline Beecham anunciaron ayer su fusión. El pacto creará el mayor grupo mundial del sector, con un valor bursátil de 114.000 millones de libras (unos 30,5 billones de pesetas) y acaparará un 7,3% del mercado global de productos farmacéuticos. La operación repercutirá en la plantilla, y aunque las sociedades no han querido cuantificar, sí han reconocido que habrá recortes. Los sindicatos temen que afecte a 15.000 de los casi 110.000 empleados.

Del acuerdo alcanzado surge una n...

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Dos años después de haber roto abruptamente las negociaciones, los laboratorios británicos Glaxo Wellcome y SmithKline Beecham anunciaron ayer su fusión. El pacto creará el mayor grupo mundial del sector, con un valor bursátil de 114.000 millones de libras (unos 30,5 billones de pesetas) y acaparará un 7,3% del mercado global de productos farmacéuticos. La operación repercutirá en la plantilla, y aunque las sociedades no han querido cuantificar, sí han reconocido que habrá recortes. Los sindicatos temen que afecte a 15.000 de los casi 110.000 empleados.

Del acuerdo alcanzado surge una nueva compañía, Glaxo SmithKline. Los accionistas de Glaxo tendrán el 58,75% de las nuevas acciones mientras que sus nuevos socios se quedan con un 41,25%. Los accionistas de SmithKline recibirán 0,4552 acciones por cada una de las suyas, mientras que para los de Glaxo el intercambio será de una por una. Las ventas de la nueva firma alcanzarán los 17.000 millones de libras (4,55 billones de pesetas). Los mercados no acogieron bien el anuncio: las acciones de Glaxo perdieron ayer un 4,73% y las de SmithKline, un 6,20%.Para no chocar con las leyes antimonopolio británicas, los dos grupos están dispuestos a vender algunas de sus filiales de productos de alimentación. El nuevo gigante farmacéutico tendrá su oficina central en Londres, pero su principal mercado será gestionado desde Estados Unidos (muy posiblemente desde Nueva Jersey). Dicho traslado y un "inevitable recorte de empleo", reconocido por sus portavoces, supondrán un ahorro de unos 1.200 millones de libras (321.600 millones de pesetas) anuales.

El sindicato del sector farmacéutico británico discutirá el 26 de febrero el futuro de los empleados de las compañías con Lord Sainsbury, secretario de Comercio e Industria del Gobierno laborista británico. Los sindicatos temen la pérdida de 15.000 empleos entre las dos compañías, que emplean a 110.000 personas en todo el mundo (60.000 Glaxo y 47.000 SmithKline).

Entre los principales productos de Glaxo están Zantac (para úlceras), Zovirax (antiviral), Epivir/Combivir (contra el sida) y Ventolin (vías respiratorias). SmithKline cuenta con Relafen (relajante muscular), Augmentine (antibiótico), Becotide (vías respiratorias) y Engerix B (bucal).

Afrenta europea

Según los analistas financieros, las fusiones de grandes nombres del sector farmacéutico tratan de impulsar las ventas de sus productos a base de aunar esfuerzos formando centros comunes de investigación y desarrollo. Entre los ejemplos citados ayer de posibles candidatos europeos a pactos similares, aparecen competidores alemanes como Schering, Merck o BASF, y las suizas Novartis y Roche. Los analistas explican que la cooperación será necesaria para hacer frente a los elevados costes de investigación para las compañías más pequeñas, que deben lanzar constantemente nuevos productos para sobrevivir.

Por el contrario, los expertos no creen que la fusión de las dos firmas británicas tenga consecuencias para grupos potentes como Aventis, resultado de la fusión entre el grupo alemán Hoechst y el francés Rhône-Poulenc. En el país norteamericano, la carrera de estas fusiones millonarias la encabezan los laboratorios Warner Lambert y Pfizer, todavía en negociaciones.

Los ejecutivos de la flamante Glaxo SmithKline se reunieron el pasado fin de semana para discutir los últimos detalles de la fusión bajo la discreción más absoluta. Era preciso conjurar el peligro de que se abatiera sobre ellos una oferta pública de adquisición hostil por parte de casas rivales como Bristol-Myers o Novartis. Nadie quería que se repitiese el bochorno de 1998. Ese año, el enfrentamiento entre Richard Sykes, director de Glaxo, y Jan Leschly, su homólogo de SmithKline, desbarató un acuerdo que sólo ha sido posible gracias a que ambos han accedido a abandonar sus puestos en breve.

Según el acuerdo, Sykes ostentará la presidencia no ejecutiva del grupo hasta abril y luego será reemplazado por Jean-Pierre Garnier, el artífice del pacto. A Sykes le espera un puesto de rector en el Imperial College de Londres. Leschly piensa jubilarse anticipadamente y se calcula que la fusión añadirá 13.000 millones de pesetas a su gratificación.

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