Cartas al director

Pesadilla soñada

Un año más, y como es costumbre de nuestro señor alcalde, nos vuelve a repetir hasta la saciedad que hemos alcanzado la cifra soñada de visitantes en verano. Por fin, este año llegamos, según él, al millón de personas.Lo que jamás dice es en qué condiciones han podido sobrevivir en este pueblo, esos dos meses, ese número de sufridos veraneantes que suponían, por lo menos un gran número de ellos, que venían a disfrutar de un paraíso de mar y palmeras. Porque lo que han encontrado ha sido un pueblo masificado, sin las infraestructuras mínimamente necesarias para recibir ni siquiera la mitad de e...

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Un año más, y como es costumbre de nuestro señor alcalde, nos vuelve a repetir hasta la saciedad que hemos alcanzado la cifra soñada de visitantes en verano. Por fin, este año llegamos, según él, al millón de personas.Lo que jamás dice es en qué condiciones han podido sobrevivir en este pueblo, esos dos meses, ese número de sufridos veraneantes que suponían, por lo menos un gran número de ellos, que venían a disfrutar de un paraíso de mar y palmeras. Porque lo que han encontrado ha sido un pueblo masificado, sin las infraestructuras mínimamente necesarias para recibir ni siquiera la mitad de esa cifra, con un Ayuntamiento que no colabora absolutamente nada en solucionar estas carencias; muy al contrario, las agrava con unas obras que pueden ser muy necesarias, pero con una planificación adecuada, no realizándolas en un tiempo récord por encontrarse en periodo de elecciones.

Torrevieja, para desgracia de los que residimos aquí todo el año, se ha convertido en muy pocos años en algo impersonal, donde la calidad de vida es lo que menos importa. Lo único importante para los que gobiernan este Ayuntamiento es que se construya más y más, no importa cómo ni dónde, y levantar obras faraónicas innecesarias e infrautilizadas. Es más, por si acaso falta terreno para edificar en un futuro, han aprobado alturas de hasta 23 plantas. Es la mayor aberración que han podido cometer y por la que les pasarán factura a muy corto plazo cuando la sensatez se haga evidente.

No les importa si, cuando la masificación se complete con esas moles que permiten edificar, esos visitantes, que entonces serán, para el orgullo del señor alcalde, dos o tres millones, tengan que pasear en fila india o pedir turno para entrar en la playa, o aparcar en la población más cercana. Eso no importará, porque habremos llegado a la cifra soñada.- .

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