El Deportivo resuelve un duelo mágico

Hay algo indefinible que se llama estado de gracia, y el Deportivo vive inmerso en él. Se trata de una especie de disposición anímica triunfal que contagia a un equipo hasta el punto de que sus futbolistas se sienten capaces de cualquier cosa, bajo el amparo de su talento y de la fortuna. Resulta una explicación muy poco racionalista, pero adecuada para definir ciertos momentos de algunos equipos como este Deportivo capaz de marcar tres goles en los 13 primeros minutos de partido y lograr el cuarto con una vaselina desde 40 metros de distancia. Pero la euforia duró sólo 45 minutos. El Deportiv...

Hay algo indefinible que se llama estado de gracia, y el Deportivo vive inmerso en él. Se trata de una especie de disposición anímica triunfal que contagia a un equipo hasta el punto de que sus futbolistas se sienten capaces de cualquier cosa, bajo el amparo de su talento y de la fortuna. Resulta una explicación muy poco racionalista, pero adecuada para definir ciertos momentos de algunos equipos como este Deportivo capaz de marcar tres goles en los 13 primeros minutos de partido y lograr el cuarto con una vaselina desde 40 metros de distancia. Pero la euforia duró sólo 45 minutos. El Deportivo dio por concluida la función en el descanso, se tumbó a la bartola en la segunda parte y acabó el partido escuchando silbidos. Fue una noche mágica y esta vez el calificativo no resulta tópico sino la definición literal del partido. Porque todo lo que sucedió desde el principio tuvo un aire de milagroso e imprevisible. Milagroso pareció que el Deportivo ganara 3-0 a los 13 minutos, que Olivares cabeceara en su propia meta el primer gol, que el remate de Pauleta en el segundo rebotara en un defensa y que el centro con los ojos cerrados de Scaloni en el tercero apareciera justo en el lugar donde estaba Djalminha, quien no falló el disparo con la derecha, su pierna de palo.La gente se frotaba los ojos, pero los milagros continuaron, aunque no siempre favorables a los de casa. Cinco minutos después del tercer gol local, con los griegos aún sobreponiéndose a su incredulidad, Songo"o volvió a meter al Panathinaikos en el partido tragándose un disparo de Warzycha más inofensivo que un perrito de compañía. Y aún hubo un cuarto milagro, el más hermoso. A unos 40 metros de la portería y escorado a la derecha, Donato, ese tipo que dicen que tiene 36 años, levantó la cabeza, vio al portero fuera del marco y enganchó una vaselina inverosímil que se coló por el medio.

Los griegos se asustaron tanto que hasta el descanso la única noticia que transmitieron fue la fragilidad de su defensa. Pero en la reanudación decidieron presionar más arriba y el Deportivo les facilitó la labor. Entró Jaime por el lesionado Mauro Silva y la máquina del primer tiempo se convirtió en un perfecto desastre. El Deportivo acabó sufriendo ante un rival que pareció poca cosa.