FÚTBOL Liga de Campeones

Fútbol a once grados bajo cero

Más de una centena de personas armadas con mangueras, palas y paciencia, soldados ucranios en su mayoría, trabajando desde media mañana para retirar la nieve del terreno de juego, que por entonces ya se elevaba dos pies por encima del suelo. Un césped embarrado, frío y resbaladizo, pese al sistema de calefacción que debajo del piso intentaba elevar su temperatura. Ocho grados bajo cero a las seis de la tarde hora española, las siete en Kiev; diez una hora más tarde, once en el momento en el que comenzó el partido. Un descenso progresivo e imparable del termómetro, insoportable. Un balón colore...

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Más de una centena de personas armadas con mangueras, palas y paciencia, soldados ucranios en su mayoría, trabajando desde media mañana para retirar la nieve del terreno de juego, que por entonces ya se elevaba dos pies por encima del suelo. Un césped embarrado, frío y resbaladizo, pese al sistema de calefacción que debajo del piso intentaba elevar su temperatura. Ocho grados bajo cero a las seis de la tarde hora española, las siete en Kiev; diez una hora más tarde, once en el momento en el que comenzó el partido. Un descenso progresivo e imparable del termómetro, insoportable. Un balón coloreado de naranja, unas líneas del campo pintadas de amarillo y los alrededores completamente blancos. Unas gradas heladas ocupadas, pese a todo, por unos 20.000 espectadores -para un aforo de 80.000-, unos héroes que abrigados hasta las cejas le ponían buena cara a la situación, también a la inexplicable hora del encuentro (las 21.45 en Kiev, mucho más tarde de lo que el clima ucranio aconseja cuando noviembre aprieta).En los palcos, los banquillos y la tribuna surgió la eterna pregunta: ¿Es admisible forzar tanto la disputa de un encuentro de fútbol?

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