Tribuna:

Un equipo con trazo

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Todo es un poco más difícil frente a Brasil, incluso frente a este Brasil desvaído que no entronca con su gran tradición futbolística. Pero la dificultad del partido no rebaja los méritos de la selección española, que venía de un año memorable. Necesitaba medirse con un rival de primera magnitud para despejar dudas sobre su verdadera posición en el fútbol mundial. La respuesta es satisfactoria para la selección española. Durante una hora superó a Brasil, a pesar de la débil prestación de Morientes, Etxeberria o Guardiola. Los tres se sintieron incómodos. En el caso de Guardiola porque nunca le encontró las vueltas al partido. A Morientes le afectó su disparo al poste en el comienzo del encuentro. Los goleadores son así: viven de las sensaciones. Etxeberria nunca fue el extremo vertical que acostumbra. Por una vez, pareció vencido por la timidez, abrumado por la importancia del partido y por la presencia de Roberto Carlos, que le ganó siempre. Sin embargo, alguna cualidad debe tener el equipo para sobreponerse al deficiente partido de tres jugadores fundamentales. Lo más interesante fue la capacidad para asumir el protagonismo del juego. En eso, la selección no claudicó con respecto a lo que ha ofrecido en la etapa Camacho. Hubo más trazo en el juego de España que en el de Brasil, por mucho que las cosas se hiciesen de forma dificultosa. Fuera del empate, se ganó en todo: en remates, en tiros al palo (dos contra uno), en oportunidades, en control. En el fútbol, todo esto no sucede por casualidad. Sucede porque la selección ha adquirido la identidad que le permite pensar que era cierto lo que se presumía: que España asciende en la escala del fútbol.

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