Tribuna:

Culebrón

JUANJO GARCÍA DEL MORAL Lo del AVE Madrid-Valencia es un culebrón. Como en esas interminables series televisivas que se pusieron de moda hace unos años, los capítulos de esta intriga se nos ofrecen casi a diario y parece que el guión se escribe sobre la marcha. La diferencia está en que aquí el desenlace se anuncia de antemano, lo que no quiere decir que al final se cumpla. El ciudadano-espectador tiene la impresión de que las escenas de la serie que dirigen e interpretan nuestros gobernantes son modificadas, según van saliendo las cosas y dependiendo del presupuesto, para entretener más al pe...

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JUANJO GARCÍA DEL MORAL Lo del AVE Madrid-Valencia es un culebrón. Como en esas interminables series televisivas que se pusieron de moda hace unos años, los capítulos de esta intriga se nos ofrecen casi a diario y parece que el guión se escribe sobre la marcha. La diferencia está en que aquí el desenlace se anuncia de antemano, lo que no quiere decir que al final se cumpla. El ciudadano-espectador tiene la impresión de que las escenas de la serie que dirigen e interpretan nuestros gobernantes son modificadas, según van saliendo las cosas y dependiendo del presupuesto, para entretener más al personal. Y es que, como los de aquellos seriales televisivos, los actores de este culebrón intentan introducir en el guión escenas favorables a su papel y a sus intereses.

Como en los buenos culebrones, en el reparto de este novelón por entregas, que ya lleva muchos meses en cartel, hay buenos y malos. Pero, a diferencia de las series televisivas a las que trata de copiar, en las que el malo siempre es malvado y el bueno, bondadoso, en el culebrón del AVE los papeles se intercambian con extrema facilidad, según los momentos y la geografía. Antes del verano, el presidente de Castilla-La Mancha era el personaje malo malísimo y los buenos, todos los demás. En el siguiente capítulo, a finales de septiembre, aparecieron todos como buenos: se habían puesto de acuerdo para no aclarar nada respecto a la decisión sobre el trazado prometido en la entrega anterior. Incluso pactaron el guión del siguiente capítulo, que se anunciaba para noviembre con la presentación de las diversas alternativas. Y ahora, cuando la parroquia esperaba ávidamente ese nuevo episodio, uno de los actores decide improvisar una nueva escena y pilla desprevenidos a sus compañeros de reparto. Arias Salgado se descolgó la semana pasada con la afirmación de que no habrá trazado hasta después de las elecciones generales, algo que, dicho sea de paso, los ciudadanos-espectadores ya habían barruntado. Lo que no ha quedado claro es si este giro, que cuestiona el papel protagonista y los intereses de Eduardo Zaplana en el culebrón, ha sido iniciativa del ministro o si éste ha sido forzado por el productor. Continuará...

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