Reportaje:

Hacer el ridículo con soltura

El pasado jueves, Paco Cao se encerró en un zulo (no quiere que lo llamen zulo) de cuatro por cuatro, diseñado en exclusiva para que pudiera llevar a la práctica una suerte de performance (no le gusta que le llamen performance), que con el paso de los cinco días que ha durado su encierro se ha convertido en la atracción de Art Futura, la muestra de arte y nuevas tecnologías que acabó ayer en Sevilla. Durante todo este tiempo se ha comunicado con el exterior a través del correo electrónico.pacocao@artfutura.org.

Hola, le escribo desde la redacción de El PAÍS en Sevilla. Podemos charlar u...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El pasado jueves, Paco Cao se encerró en un zulo (no quiere que lo llamen zulo) de cuatro por cuatro, diseñado en exclusiva para que pudiera llevar a la práctica una suerte de performance (no le gusta que le llamen performance), que con el paso de los cinco días que ha durado su encierro se ha convertido en la atracción de Art Futura, la muestra de arte y nuevas tecnologías que acabó ayer en Sevilla. Durante todo este tiempo se ha comunicado con el exterior a través del correo electrónico.pacocao@artfutura.org.

Hola, le escribo desde la redacción de El PAÍS en Sevilla. Podemos charlar un rato, si le parece...

-"Estoy aquí. Puedes escribirme. Un saludo".

pacocao@artfutura.org.

¿Qué tal está?, ¿Cómo ha pasado estos días en su celda?

-"Me siento más encadenado que nunca al teclado. La razón que guía todas mis intenciones es contestar a todas las cartas que voy recibiendo. He pasado estos días absolutamente dominado por la tarea de leer y escribir cartas. Poco a poco la comida y otro tipo de necesidades fueron dejando paso al hecho mismo de escribir. Sin embargo, esta tarde he dedicado un poco de tiempo a ordenar la habitación. Sospecho que, una vez que abandone esta Ciudad de Dios II, el cubículo recibirá visitas y me gusta ser cortés. Me siento excitado".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Cuando Paco Cao, un artista asturiano que otras veces ha alquilado su cuerpo para que lo insultaran o para ser crucificado a modo de Cristo en una iglesia luterana de Brooklyn, como forma de arte, salió de su capullo, el cubículo, en efecto, presentaba un aspecto impecable: la manta enrollada sobre la colchoneta, unas tarteras de plástico de contenido embarazoso, unas bolsas de basura bien amarradas, dos cirios encendidos en en suelo y el ordenador, desde el que no paró de contestar emilios hasta las ocho menos un minuto. El tiempo justo para derribar a martillazos la puerta tapiada de ladrillos que lo dejó emparedado el jueves.

pacocao@artfutura.org.Me gustaría saber si ha oído la voz de la gente desde su encierro, si ha hablado solo, y si esta soledad es distinta a la que se puede sentir cuando uno no se relaciona con la gente, aunque se salga de casa o se vea la televisión. Gracias.

-"Sí, he escuchado música, ruidos, murmullos, voces y gritos. El sonido ha tenido gran importancia a lo largo de estos días. Mucha gente ha golpeado los muros de esta Ciudad y ha gritado mi nombre. Al principio me generó bastante inquietud. Después empezó a ser algo familiar. Pero, a pesar de eso, no pude evitar el sobresalto. No he tenido ocasión de hablar conmigo mismo, o lo he hecho todo el tiempo al responder las cartas".

pacocao@artfutura.org.

Me gustaría que me explicara cómo cree que recibe la gente, este tipo de arte. Ya sabe que parte del público lo entiende como una tomadura de pelo.

-"Sospecho que estos ejercicios son percibidos como una extensión más del espectáculo mediático (del que todos participamos). Cuando se reclama tan de cerca la intervención del "otro", los medios de comunicación se interponen como un detonante cuyo alcance es difícil de calcular. La noción de espectador, en este sentido, se abisma. Soy consciente de que me muevo en el filo de una navaja. Me expongo al ridículo. Y creo que consigo hacerlo con cierta soltura. Creo ser percibido como un ser ridículo".

Paco Cao salió ayer nervioso de su encierro. Apareció reducido en su pijama rosa caminando con las pantuflas del padre de los Zipi Zape.

Archivado En