FÚTBOL Décima jornada de Liga

Redondo y su sortilegio roto

Fernando Redondo rompió su sortilegio y las cosas comenzaron a no salirle bien al Madrid. Si otros se ponen estampitas de santos y vírgenes en la espinillera; si otros se levantan con el pie derecho, como Di Stéfano, la manía supersticiosa de Redondo consiste en ser el último en salir. O el penúltimo. Siempre sale a la cola de la fila que baja de los autobuses que llevan al Madrid. Es el último en saltar al campo. Uno de los pocos que se quedan hasta que la Ciudad Deportiva permanece desierta, tras los entrenamientos. Pero ayer no. Ayer, quizá por deberes formales relacionados con la capitanía...

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Fernando Redondo rompió su sortilegio y las cosas comenzaron a no salirle bien al Madrid. Si otros se ponen estampitas de santos y vírgenes en la espinillera; si otros se levantan con el pie derecho, como Di Stéfano, la manía supersticiosa de Redondo consiste en ser el último en salir. O el penúltimo. Siempre sale a la cola de la fila que baja de los autobuses que llevan al Madrid. Es el último en saltar al campo. Uno de los pocos que se quedan hasta que la Ciudad Deportiva permanece desierta, tras los entrenamientos. Pero ayer no. Ayer, quizá por deberes formales relacionados con la capitanía, Redondo subió las escaleras de los vestuarios el primero. Rompió su cábala apareciendo el primero por el césped del Bernabéu.Tal vez por eso se le vio incómodo, pisando la hierba con gesto sombrío, antes del partido. Quizá Redondo estaba sometido a las malas vibraciones: rompía una superstición que mantiene desde que jugaba en Tenerife.

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Minutos después, Aguilera le robaba el balón a diez metros del área, la maniobra que dio origen al 1-2. Toshack se agarró la cabeza... Redondo, con aire desolado, deambulaba. En el minuto 62 sería sustituido por Karembeu. Redondo entró el primero al campo, pero no pudo abandonarlo el último.

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