Un artefacto explosivo daña una tienda de antigüedades y cuatro fachadas en el distrito de Salamanca

Un artefacto explosivo colocado en la acera por unos desconocidos estalló a las 6.48 horas de ayer, lunes, entre una frutería y un anticuario situados en la confluencia de las calles de Lagasca y Jorge Juan, en el barrio de Salamanca. La explosión, de gran intensidad, causó un enorme estruendo (afectó a cuatro fachadas), pero no provocó daños personales entre el vecindario. Sin embargo, dejó impactos de metralla en las persianas metálicas de la tienda de antigüedades de Alfredo Bárcena, rompió la decoración interior de la frutería de Juan Antonio Buendía y uno de sus fragmentos desprendidos pe...

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Un artefacto explosivo colocado en la acera por unos desconocidos estalló a las 6.48 horas de ayer, lunes, entre una frutería y un anticuario situados en la confluencia de las calles de Lagasca y Jorge Juan, en el barrio de Salamanca. La explosión, de gran intensidad, causó un enorme estruendo (afectó a cuatro fachadas), pero no provocó daños personales entre el vecindario. Sin embargo, dejó impactos de metralla en las persianas metálicas de la tienda de antigüedades de Alfredo Bárcena, rompió la decoración interior de la frutería de Juan Antonio Buendía y uno de sus fragmentos desprendidos penetró por una ventana de un tercer piso de unas oficinas cercanas e incendió un cortinaje. Asimismo, la explosión pulverizó los cristales de una quincena de viviendas de la zona, según la Policía Municipal.La policía ignoraba anoche el móvil perseguido por los autores de la explosión, aunque manejaba como primera hipótesis el ataque contra una discoteca de la zona.

"Yo venía a mi trabajo en un taxi", cuenta Carmen Ponce, peruana, residente en Brunete, empleada en una panadería de Jorge Juan, 20: "Cuando llegábamos a la esquina de las dos calles, vi algo similar a un casco de motorista, de color blanco, que soltaba como chispas. Unos segundos después sonó una explosión que me ensordeció. El taxi retrocedió y las calles se llenaron de humo", explica la panadera.

Alfredo Bárcena, anticuario propietario del establecimiento más dañado, no se hallaba presente cuando sobrevino la explosión. "No me explico a qué ha podido deberse", dijo, y destacó que el fogonazo explosivo tiznó el suelo comprendido entre la frutería contigua y su tienda.

Miguel Ángel Sánchez, de Reus, profesor en un establecimiento de enseñanza de yoga, se hallaba durmiendo en un primer piso de la calle de Lagasca, 32. "Mientras dormía, escuché dos explosiones. Una pequeña y, cinco segundos después, otra enorme. Se da la circunstancia de que esta noche (por ayer) alguien robó mi automóvil, un Opel Corsa azul, que tenía estacionado aquí mismo", cuenta Sánchez.

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