Los vómitos de una confesión

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A las 6.30 de ayer, Luis Patricio Andrés, de 36 años, quedó con su ex novia en la confluencia de la Plaza de Castilla con la calle de Mateo Inurria. A las 10.30, Luis Patricio regresó a la misma zona. Entre ambas visitas mediaban cuatro horas y un brutal crimen ejecutado con premeditación, según la investigación policial. Asesinó de dos puñaladas a su ex novia, María del Mar Herrero Pachecho, de 23 años, que trabajaba como maquilladora. Habían roto hacía mes y medio, según fuentes de la Jefatura Superior de Policía.Arrepentido por el crimen, Luis se dirigió a los juzgados de la plaza de Castilla para entregarse. Se presentó ante el juez de guardia. Estaba muy nervioso. Tanto, que apenas podía articular las palabras. Con dificultad, Luis Patricio confesó: "He matado a mi novia", según explicaron ayer fuentes judiciales.

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Y comenzó a sentirse mal. Tan mal que no pudo contenerse y vomitó dentro del juzgado.

Pero su declaración estaba incompleta. Al crimen le faltaban cabos por atar. El magistrado quería saber dónde había dejado el cadáver de su novia y preguntó al asesino confeso.

Luis Patricio no podía recordar nada. Los nervios le impedían pensar con claridad y fue incapaz de precisar el lugar en el que abandonó el cuerpo de su ex novia. Dijo que había dejado a María del Mar dentro de una furgoneta blanca en alguna calle del distrito de San Blas. El juez de guardia de Plaza de Castilla se lo comunicó a la Policía Nacional. Los agentes montaron, de inmediato, un dispositivo para localizar el vehículo.

Lo encontraron hacia el mediodía. Un agente abrió el portón lateral de la furgoneta. El cadaver de la joven estaba tapado por unas cajas de cartón de un conocido centro comercial. Sólo se veía la suela de unas botas de cuero negras.

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