Editorial:

Muerte de un ciclista

CINCO CICLISTAS han fallecido este largo fin de semana en las carreteras españolas. La carretera, que es un matadero absurdo e injustificado para todos, tiene en los humildes y esforzados ciclistas a las víctimas más frágiles y preocupantes. Es el elemento más débil en cualquier accidente de circulación y normalmente el que menos responsabilidad suele tener en el encontronazo. La coexistencia sobre el mismo pavimento de dos tipos de vehículo de tan desproporcionadas magnitudes como son los automóviles y las bicicletas es dificil y en excesivas ocasiones violenta, principalmente cuando el exces...

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CINCO CICLISTAS han fallecido este largo fin de semana en las carreteras españolas. La carretera, que es un matadero absurdo e injustificado para todos, tiene en los humildes y esforzados ciclistas a las víctimas más frágiles y preocupantes. Es el elemento más débil en cualquier accidente de circulación y normalmente el que menos responsabilidad suele tener en el encontronazo. La coexistencia sobre el mismo pavimento de dos tipos de vehículo de tan desproporcionadas magnitudes como son los automóviles y las bicicletas es dificil y en excesivas ocasiones violenta, principalmente cuando el exceso de velocidad, el alcohol y los comportamientos imprudentes entran en juego, normalmente de parte de los automovilistas.España es un país peculiar donde 120.000 golfistas registrados han producido dos grandes campeones de la especialidad y un tercero en camino; y otro tanto cabe decir de diferentes deportes de práctica minoritaria. El ciclismo no es exactamente el caso, puesto que España es uno de los grandes en la materia, incluso antes de que Induráin se montara en bicicleta; pero -de nuevo la peculiaridad- eso no significa que haya instalaciones suficientes para el aficionado, circuitos para el que guste de ese deporte aunque no piense jamás en hacer de la bici su forma de vida, o algo tan habitual en otras latitudes como los suficientes carriles bici que permitan una circulación segregada de bicicletas y automóviles. Por eso, el ciclista en ciernes o simple degustador del deporte es el mejor amigo de la carretera, vecinal, provincial y hasta nacional, para su desgracia.

En las docenas de muertes que llevamos este año pudo haber una componente de imprudencia por parte de unos ciclistas que no se arredran ante el riesgo del tráfico motorizado, pero esa hoja del error humano no ha de ocultar el bosque de una imprevisión mucho mayor que radica en la falta de infraestructuras para la práctica de un deporte y el uso de un sistema de transporte ecológico que las propias autoridades locales se han dedicado a fomentar.

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