Las prostitutas se declaran escépticas ante la posible regularización de su oficio

Las prostitutas de la Casa de Campo, con las que habló este periódico el pasado viernes, afirman que la legalización de su trabajo les supondría grandes ventajas, pero no se creen que la Administración se atreva a intentarlo. El grupo popular en la Asamblea de Madrid está dispuesto a aprobar una proposición no de ley para que la Administración central regularice la situación laboral de estas mujeres.

La vida de las prostitutas de la Casa de Campo está llena de riesgos y peligros. Sufren palizas brutales; algunas trabajan embarazadas porque necesitan dinero; otras se prostituyen dura...

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Las prostitutas de la Casa de Campo, con las que habló este periódico el pasado viernes, afirman que la legalización de su trabajo les supondría grandes ventajas, pero no se creen que la Administración se atreva a intentarlo. El grupo popular en la Asamblea de Madrid está dispuesto a aprobar una proposición no de ley para que la Administración central regularice la situación laboral de estas mujeres.

La vida de las prostitutas de la Casa de Campo está llena de riesgos y peligros. Sufren palizas brutales; algunas trabajan embarazadas porque necesitan dinero; otras se prostituyen durante 24 horas seguidas por imposición de las redes de mafiosos que las explotan; contraen enfermedades venéreas que les transmiten sus clientes.... Por si fuera poco, carecen de cualquier tipo de respaldo o cobertura por parte de la administración.Ahora, con el revuelo organizado en torno a su posible traslado, frustrado después de que el alcalde hiciera una visita turística al lugar que cinco meses antes, había apoyado como idóneo para que trabajasen las mujeres, las prostitutas de la Casa de Campo se muestran escépticas sobre su futuro. Creen que la legalización de su profesión les supondría grandes mejoras laborales. Incluso están dispuestas a pagar impuestos. Pero no tienen ninguna esperanza de que el proyecto de legalización se haga realidad.

Fue el presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón, quien tras rechazar el traslado de las prostitutas a la zona más recóndita de la Casa de Campo (Cerro Garabitas) propuso legalizar el oficio más viejo del mundo.

Las prostitutas no se lo creen. "¡Claro que sería bueno para nosotras que se regularizara nuestra situación! Pero no me creo que lo vayan a hacer", comentó Marisol, de 35 años, que ejerce la prostitución en la Casa de Campo desde hace tres.

Marisol está casada y tiene dos hijos. Trabajaba de cocinera en un restaurante pero tuvo que dejar los fogones y dedicarse a hacer la calle porque su marido perdió el trabajo porque se quedó inválido en un accidente de coche. Su sueldo y la pensión del marido eran insuficientes para mantener a la familia. "La Casa de Campo es un foco de infecciones. Hay chicas con enfermedades venéreas y los resfriados del invierno duran meses. Sería mucho mejor trabajar a cubierto que aquí, a la intemperie", se lamentó.

Acabar con la violencia

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A Eva, una prostituta de 34 años, y a su marido el negocio les fue mal. Tenían una ferretería en el Camino Viejo de Leganés pero se arruinaron. El estado de ánimo de su marido cayó en picado y fue internado en un hospital aquejado de una profunda depresión. Eso fue hace dos años y a Eva no le quedó otro remedio que prostituirse para sacar adelante la familia. "Este es un trabajo como otro cualquiera, como limpiar escaleras, o como ser dependienta en un hipermercado. Aquí vienen hombres de todo tipo. No solo albañiles. También vienen médicos, ingenieros, y demás... Es urgente legalizar nuestra situación por nuestro bien y el de nuestros clientes", afirmó el viernes. "Deberían hacer análisis a las chicas para ver si están enfermas o no. Además, así se acabaría con la violencia que rodea al mundo de la prostitución en la calle", explicó. "El otro día, uno de los mafiosos que explotan a las chicas africanas se acercó a mí y me dijo: "Si no dejas esta carretera [una junto al lago de la Casa de Campo] te reviento. Aquí hay mucha competencia y le quitas clientes a mis chicas". Me tuve que ir porque esta gente cumple sus amenazas", señaló. "Si trabajáramos en un sitio limpio y bien regulado, se acabarían con los problemas de este tipo", explicó. "La legalización de la prostitución acabaría con un negocio oscuro que mueve millones en dinero negro", añadió.

Junto a Eva estaba Patricia, una prostituta de 20 años, que comenzó a ejercer siendo menor de edad, a los 17. "Mi padre era un drogadicto y mi madre se separó de él. Tengo un hijo y le tengo que alimentar de alguna manera", señaló. Patricia denuncia la existencia de algunos policías corruptos que hacen el amor con las prostitutas a cambio de hacer la vista gorda. "La semana pasada un policía me dijo que me fuera con él, que quería follarme pero sin pagar. Le contesté que ni hablar", aseguró.

Diana, también prostituta, colombiana de 21 años que tiene tres hijos se acercó al lugar. Traía el ojo derecho morado. "Hace tres días un cliente me pidió un servicio completo [una penetración]. Me metió en el coche pero quería que le hiciera muchas más cosas. Yo me negué y le dije que me llevara a mi sitio. Pero no quiso. Entonces me violó. Lo hizo por la fuerza. Cuando acabó, comenzó a pegarme. Me sacó del coche y comenzó a pegarme patadas y puñetazos. Luego me quitó la cartera. Ni me pagó por el servicio", aseguró. "Este tipo de maltratos se podrían evitar si se regula nuestra situación y nos dieran un sitio seguro, con apartamentos o habitaciones donde prostituirnos", aclaró.

Las prostitutas sufren unas condiciones de trabajo extremas. La legalización de su profesión no depende de ellas.

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