Tribuna:

LA CRÓNICA "Abanibí oboebé" MARIA JAÉN

"Hablemos del amor, una vez más". Dos hombres coinciden en el cementerio, llorando y lamentándose ante la misma tumba. Son dos viejos amigos que hace tiempo que no se ven. Los dos amaron a la misma mujer. Y ella, que en paz descanse, les amó a los dos. Más o menos, ése era el punto de partida de una obra de teatro que muchos de ustedes quizá recuerden, O tu o res, escrita a cuatro manos por Carles Alberola y Ferran Torrent. En cuanto los amigos se reconocen, inician un viaje en el tiempo y nos cuentan una historia, tierna y desternillante, que es la historia de un amor como no hubo otro igual....

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"Hablemos del amor, una vez más". Dos hombres coinciden en el cementerio, llorando y lamentándose ante la misma tumba. Son dos viejos amigos que hace tiempo que no se ven. Los dos amaron a la misma mujer. Y ella, que en paz descanse, les amó a los dos. Más o menos, ése era el punto de partida de una obra de teatro que muchos de ustedes quizá recuerden, O tu o res, escrita a cuatro manos por Carles Alberola y Ferran Torrent. En cuanto los amigos se reconocen, inician un viaje en el tiempo y nos cuentan una historia, tierna y desternillante, que es la historia de un amor como no hubo otro igual. Ya entonces Alberola hablaba del amor con humor, y ya entonces el título de la obra, O tu o res, nos remitía a un célebre tema de la canción ligera sentimental ("Amada mía, adúltera, mi gran amor, mi niña mimada, date la vuelta y óyeme: o tú o nada") interpretado por Pablo Abraira -el rubio Sandokan español-. Ahora (hasta el 31 de octubre en el Poliorama), al frente de Albena Teatre, ha vuelto a la carga con Besos, una suerte de comedia musical, austera, limpia y ocurrente. "La felicidad(a-a-a-a) me la dio tu amor(o-o-o-o)". El amor es un tema inagotable. Nos sabemos de carretilla todos sus tópicos, pero nos sigue haciendo gracia hablar de él, una vez más y otra y otra y otra. También Besos es un largo paseo por los lugares comunes del amor. Los cinco actores que la interpretan se desdoblan y se multiplican en un sinfín de personajes heridos por las flechas de Eros. Y junto con la historia, ahí está siempre la música. Unas veces las canciones son el telón de fondo de la historia que nos cuentan; otras, la historia es una interpretación libre (o muy libre, como en el caso de Oh, oh, July!) de la canción, y aun otras, la letra desnuda se incorpora de manera natural a los diálogos y se integra así en el drama. Ahí van mis momentos cumbre. Uno: la confesión del profesor, perdidamente enamorado de una alumna de 17 años y de sus dos amigas. Dos: la representación rápida, fugacísima, de toda una vida, del nacimiento a la muerte y a la demencia senil. Y tres: la escena de amor a tres, con lampista y marido de postín, contratados por una mujer apasionada que aspira a convertir su vida amorosa en película de cine. En fin. No está mal un poco de broma para sobrellevar mejor los días y los fracasos amorosos. La obra no pretende más. No aspira a entender las razones del amor. Hay cosas que no tienen explicación: "Abanibí quiere decir te quiero amor", dice uno de los personajes; a lo que otro le responde: "¿Y oboebé?". Fin de la escena. No hay respuesta posible. La obra sigue su curso y al final aplaudes y sales del teatro con una media sonrisa de tonto, cantando sin remedio cualquiera de las canciones que acabas de oír, pero sin haber siquiera vislumbrado el sentido del misterioso oboebé. "Bésame, bésame mucho". Este verano ha sido el de los concursos de canciones. Más que una canción del verano, hemos tenido un verano de canciones. Tres cadenas de televisión nos han ofrecido un nuevo (!) tipo de programa concurso consistente en adivinar títulos e intérpretes de célebres canciones. Con una puesta en escena más o menos grotesca, se trataba de recordar una época y su banda sonora. Mirar atrás es una moda que siempre está de moda (los programas de Summers en la primera son todo un clásico) y que suele dar buen resultado. Para muestra, esta simpática pieza de Alberola y García (o la peca y las patillas del chaval). Lo gracioso es darte cuenta de que te sabes de memoria canciones que ni siquiera recuerdas haber oído y, lo que es mejor aún y te ayuda a reírte más a gusto de ti mismo, que te dan ganas de hacer una lista con todas las canciones que has echado de menos. (Con motivo de la obra y coincidiendo con las fiestas de estos días, el teatro Poliorama ha organizado un concurso fotográfico, Besos de papel. Las fotografías deben entregarse en el teatro, donde formarán parte de una exposición que podrá verse durante todo el mes de octubre. Fotógrafos y besucones tienen tiempo hasta el 24 de septiembre).

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