CICLISMO Vuelta a España

Olano retoca la general y se afianza

El líder español propició una escaramuza en pleno vendaval y obtuvo 40 segundos de renta sobre los escaladores nacionales

Un anticipo otoñal en forma de intensa lluvia y ráfagas de viento ha llegado a la Vuelta de repente. Y la inclemencia ha vestido la jornada de ayer con cierto sabor a clásica, según un tramo final con escaramuzas y mucho movimiento que propició la victoria de Laurent Brochard, quinto éxito para el Festina. Era un día de perros, que animó el espíritu de ese tipo de ciclistas que disfrutan con estas incomodidades. La llegada propició que Abraham Olano, cuyo sentido de la autoridad es indiscutible, hiciera un retoque muy personal a la general. Bien acompañado por Ullrich y Tonkov, endosó casi 40 ...

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Un anticipo otoñal en forma de intensa lluvia y ráfagas de viento ha llegado a la Vuelta de repente. Y la inclemencia ha vestido la jornada de ayer con cierto sabor a clásica, según un tramo final con escaramuzas y mucho movimiento que propició la victoria de Laurent Brochard, quinto éxito para el Festina. Era un día de perros, que animó el espíritu de ese tipo de ciclistas que disfrutan con estas incomodidades. La llegada propició que Abraham Olano, cuyo sentido de la autoridad es indiscutible, hiciera un retoque muy personal a la general. Bien acompañado por Ullrich y Tonkov, endosó casi 40 segundos a los escaladores nacionales, para que tengan muy claro que no habrá un antes y un después de el Angliru sino una monótona realidad: que Olano es quien manda y que quien verdaderamente le preocupa es Ullrich.Y fue precisamente Ullrich quien sembró la alarma en la carretera poco tiempo después de tomarse la salida en Gijón. La mañana amaneció lluviosa y doblemente incómoda para los equipos españoles, que se encontraron con la desagradable visita de los vampiros (los comisarios de la UCI, dispuestos a tomarles una muestra de su sangre). Después de aquéllo, la lluvia, que estaría presente durante toda la jornada con diferente intensidad. Y, con la lluvia, un pelotón que toma la salida disparado y que propicia una escapada de al menos una docena de corredores a quienes este tipo de climatología inspira más que el calor, mucho centroeuropeo y mucho italiano.

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Sorpresa de Ullrich

La sorpresa saltó cuando se tuvo noticia de la presencia del alemán Ullrich en ese grupo. No fue un ataque intencionado de Ullrich, no fue un acto de locura. Se vio envuelto en el asunto por pura rutina, por esa disciplina que mantiene por estar siempre atento y bien colocado. Metido en el grupo sin saber muy bien cómo, Ullrich se encontró de pronto con casi dos minutos de ventaja sobre el pelotón. Faltaban 160 kilómetros para la meta.El pelotón, como era de suponerse, reaccionó con terrible cinismo. La casi totalidad de directores dejó la situación en manos de Manolo Saiz. La ONCE se puso a trabajar y el resto miraba para otro lado. El asunto habría llegado a mayores de no ser porque Ullrich tomó una sabia decisión: presentar la dimisión de ese grupo, al que pertenecía y no por voluntad propia, para facilitar las cosas. De querer algún beneficio, Ullrich se habría visto obligado a colaborar y no entraba en sus planes meterse de lleno en una espada de 160 kilómetros. Esas actividades ya no son para un hombre de su prestigio, debió pensar el alemán.

Reintegrado voluntariamente al pelotón, la carrera se estabilizó dado que, salvo por la presencia de José Luis Rubiera (Kelme), no había ninguna amenaza seria para la general. Los 12 de rigor llegaron a contar con hasta casi 10 minutos de diferencia (kilómetro 90), momento a partir del cual, el pelotón trabajó para dejarla en unos márgenes más ajustados. Como quiera que la lluvia no cesaba y que el viento hacía de las suyas, el pelotón se cortó y dejó desamparado a José María Jiménez, lo que se dice cogido por sorpresa. La aceleración que provocó la noticia, puso en apuros al ganador de el Angliru (que llegó a tener una desventaja de un minuto) y sirvió para recortar las diferencias respecto a los escapados. La batalla no duró demasiado aunque tuvo con el corazón en un puño a más de un director.

La jornada, sin embargo, reservaba alguna sorpresa en su tramo final, porque era una etapa que tenía la inspiración de González Linares y Manolo Saiz, cántabros por más señas. Habían preparado un puerto de segunda muy al final del recorrido, que conducía a un descenso directo hacia la meta. Lo sabían todos los nacionales y lo conocía el mismísimo Olano, que había visitado esta etapa junto a Jalabert no hace mucho tiempo. "Sabíamos que era una etapa para hacer cosas y lo hemos intentado", diría el líder, que estuvo atento a la maniobra. Ullrich se puso en cabeza para colocar a pelotón en fila, Tonkov lanzó un breve ataque y a todo ello contestó Olano, que parece insuperable estos días. Tanta actividad les situó ligeramente descolgados de la cabeza del pelotón con el descenso por delante. Y, en esas, Olano no perdonó.

Pérdida de rentas

No perdonó porque estaba en uno de sus terrenos favoritos, no perdonó porque tiene menos miedo que los demás a la hora de lanzarse cuesta abajo. No perdonó porque al riesgo une una impecable técnica en el manejo de la bicicleta. Lanzado hacia la meta, Olano provocó una de esas escaramuzas que deja a sus adversarios sin respuesta y les obliga a aceptar las condiciones del líder. Hombres como Heras o Beltrán, por poner dos ejemplos, perdieron todos los caudales obtenidos en el Angliru. Chava Jiménez encontró disminuida su renta.Los escaladores nacionales son conscientes de que, tras una semana de carrera, Olano sigue estando demasiado lejos. No es mala manera de irles introduciendo dudas en el cerebro.

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