Editorial:

Atletas en Sevilla

LOS CAMPEONATOS del Mundo de atletismo son el tercer gran acontecimiento universal del deporte, después de los Juegos Olímpicos y del Mundial del fútbol. Se empezaron a disputar en 1983, en Helsinki. Aquella cita supuso un vuelco en la concepción del atletismo. Hasta entonces, había sido la expresión por excelencia del amateurismo, el antiguo régimen del deporte. Muchos grandes atletas abandonaban prematuramente sus carreras por falta de sustento económico. Tal estado de cosas cambió con la llegada de Juan Antonio Samaranch a la presidencia del COI y de Primo Nebiolo a la dirección de la Feder...

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LOS CAMPEONATOS del Mundo de atletismo son el tercer gran acontecimiento universal del deporte, después de los Juegos Olímpicos y del Mundial del fútbol. Se empezaron a disputar en 1983, en Helsinki. Aquella cita supuso un vuelco en la concepción del atletismo. Hasta entonces, había sido la expresión por excelencia del amateurismo, el antiguo régimen del deporte. Muchos grandes atletas abandonaban prematuramente sus carreras por falta de sustento económico. Tal estado de cosas cambió con la llegada de Juan Antonio Samaranch a la presidencia del COI y de Primo Nebiolo a la dirección de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF). Ambos entendieron que el deporte tenía un carácter espectacular, y como tal, podía generar grandes cantidades de dinero a cambio de convertir a los atletas aficionados en profesionales. La idea fue un éxito económico y deportivo, hasta el punto de que la Federación Internacional de Atletismo decidió en 1993 celebrar los Mundiales cada dos años en lugar de cada cuatro.La designación de Sevilla como sede de los Mundiales de atletismo es un triunfo de la ciudad. Sevilla ha sido la única sede desde 1983 que ha construido un estadio ex profeso para el Mundial, con un gasto que supera los 15.000 millones de pesetas. Es un indicador de la confianza que le merece al mundo del deporte la capacidad organizativa de España. Pero ese éxito está empañado por viejas lacras que parecían superadas: el retraso casi angustioso en la finalización de las obras del estadio, la disputa entre diversos organismos y el contencioso con los grandes clubes de la ciudad, el Betis y el Sevilla, que se niegan a utilizar el estadio La Cartuja como escenario para sus partidos. Es absurdo que una ciudad de 700.000 habitantes cuente con tres estadios, con una capacidad conjunta de 160.000 espectadores. El modelo italiano, con estadios donde juegan dos equipos -en el Olímpico de Roma, el Roma y el Lazio; en Delle Alpi, en Turín, el Juventus y el Torino-, no ha sido posible por la guerra tribal de los clubes sevillanos y por oscuras razones de orden económico y especulativo.

Los Mundiales llegan en un periodo turbulento, provocado por los casos de dopaje de estrellas como el saltador cubano Javier Sotomayor o los veteranísimos Linford Christie y Merlene Ottey. Los litigios de los velocistas Dennis Mitchell y Ben Johnson, también acusados de dopaje, con la Federación Internacional ensombrecen el panorama, aunque el atletismo ha tenido la habilidad de no caer en el tono victimista del ciclismo. La competición promete emociones máximas. Durante diez días estarán en Sevilla todas las estrellas del atletismo. Será el momento de confirmar las expectativas suscitadas por los atletas españoles, desde veteranos como Abel Antón, Martín Fiz, Valentín Massana o Fermín Cacho, hasta las nuevas luminarias, como Yago Lamela o Reyes Estévez. Todo apunta a que continuará la cosecha de éxitos del deporte español en los últimos años.

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