Jornal de agosto

Los ojos de la piscina

Se lo habían advertido: en los toboganes está prohibido tirarse de cabeza. El hombre, sin embargo, no hizo caso y se lanzó de cabeza en picado en medio de la piscina. Cuando salió, lo esperaba Santiago Roku Gómez, de 24 años, uno de los 60 socorristas que trabajan en Aquópolis, el parque acuático de Villanueva de la Cañada. "Eso no se puede hacer", le dijo casi al oído. El hombre se disculpó y prometió no incurrir en más faltas."Siempre hay gente así. Les dices una cosa, pero les entra por un oído y les sale por el otro", cuenta Santiago. Pese a todo, nunca pierde la paciencia. De hecho, su tr...

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Se lo habían advertido: en los toboganes está prohibido tirarse de cabeza. El hombre, sin embargo, no hizo caso y se lanzó de cabeza en picado en medio de la piscina. Cuando salió, lo esperaba Santiago Roku Gómez, de 24 años, uno de los 60 socorristas que trabajan en Aquópolis, el parque acuático de Villanueva de la Cañada. "Eso no se puede hacer", le dijo casi al oído. El hombre se disculpó y prometió no incurrir en más faltas."Siempre hay gente así. Les dices una cosa, pero les entra por un oído y les sale por el otro", cuenta Santiago. Pese a todo, nunca pierde la paciencia. De hecho, su trabajo consiste en vigilar con atenta mirada el frenesí que envuelve a los bañistas cuando llegan al parque. Colas impresionantes, niños que juguetean y que se escapan de los brazos de mamá, parejas que desafían la profundidad y que lanzan incansables brazadas para llegar a la orilla; todo eso es un parque acuático en verano. Son más de 3.000 los usuarios que en un fin de semana acuden al lugar para huir del calor. Seguir los movimientos de los bañistas le lleva a Santiago unas nueve horas diarias, con sólo 45 minutos para comer.

Mientras inspecciona las rejillas de una piscina, una voz le avisa por el radiotransmisor de que un usuario ha perdido un anillo en el fondo de una pileta. Santiago camina hasta allí y enseguida se quita las zapatillas y la camiseta para rescatar la joya perdida. Cuando la encuentra, resurge del agua con una gran sonrisa y los dueños de la sortija no dudan en darle las gracias. "Es un trabajo que hago encantado", asegura. Y un trabajo así está colmado de anécdotas: "Algunas veces ocurre que una persona se cansa cuando está en una piscina profunda y nosotros le ayudamos a volver. Afortunadamente, nunca ha pasado nada grave", cuenta. Un día, mientras estaba de vacaciones en Valladolid, una persona se le acercó para decirle que había presenciado el momento cuando rescataba a un bañista. "Eso fue muy bonito para mí. Fue muy gratificante", anota.

Después de cinco años en el parque, el trabajo de Santiago ya no se limita a permanecer estático en las piscinas. Ahora tiene que ir de una zona a otra atento a las inquietudes de los usuarios. A veces debe explicarle a la gente cosas tan elementales como que "el flotador no se puede rodar por el suelo" o que "no se puede correr cerca de las piscinas". Es una especie de locura. Miles de personas deambulan por el parque, corren, saltan, se lanzan con los brazos y las piernas cruzados desde los impresionantes toboganes, que pueden alcanzar hasta los 25 metros de altura. Y allí, como ángeles protectores, están los socorristas.

Al igual que Santiago, muchos de sus compañeros estudian y aprovechan la época estival para ganar un dinero. Después, cuando acaba la temporada, a mediados de septiembre, les espera una vida más tranquila. "Pero siempre se echa en falta las piscinas", concluye.

Aquópolis. Avenida de la Dehesa, s/n. Villanueva de la Cañada. Teléfono 91 815 69 11.

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