Tribuna:

Ya es hora

E. CERDÁN TATO La derecha se apunta al festín de los intereses económicos y del poder que se los engorda; la izquierda elabora una ideología de progreso social y se pierde en filigranas. La derecha interpreta la democracia, con malas artes; la izquierda la ejerce. La derecha es faústica. La izquierda órfica. La derecha llega de su extremo más tenebroso y trata de acicalarse y de inventarse una ficción imposible; la izquierda viene de la racionalidad y del diálogo, no sabe fingir y si finge, se le nota. La derecha es débil y su fuerza, mercenaria y virulenta; la izquierda tiene el empuje de la...

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E. CERDÁN TATO La derecha se apunta al festín de los intereses económicos y del poder que se los engorda; la izquierda elabora una ideología de progreso social y se pierde en filigranas. La derecha interpreta la democracia, con malas artes; la izquierda la ejerce. La derecha es faústica. La izquierda órfica. La derecha llega de su extremo más tenebroso y trata de acicalarse y de inventarse una ficción imposible; la izquierda viene de la racionalidad y del diálogo, no sabe fingir y si finge, se le nota. La derecha es débil y su fuerza, mercenaria y virulenta; la izquierda tiene el empuje de la tolerancia y de la crítica. La derecha hasta se niega a sí misma, sin ningún rubor ni escrúpulo, por acumular caudales; la izquierda o parte de la izquierda, cuando lo intenta, fracasa. La derecha se protege en su búnker privado; la izquierda está en la calle, es la calle. La derecha no soporta una atmósfera de libertades: se asfixia; la izquierda también, cuando las pierde. La derecha, ahora sumariada en una organización, que va desde la caverna, hasta el cinismo de la sonrisa estirada por la conveniencia, después del l3-J vive en un ostensible estado de crispación; ganó y perdió, pero salió herida de la confrontación y se desangra irremediablemente; la izquierda: ganó y perdió, pero está desconcertada. Si la izquierda se deja de juegos florales y de banderías irresponsables, si arrincona de una vez sus invocaciones a la pureza de sangre y se olvida de tanto bizantinismo y tanta cerrazón, este país será un país de futuro. Por eso cualquier indicio que se observa en tal sentido, incentiva la esperanza, el voto y el impulso cívico de participar en el ejercicio democrático. Y los hay, cuando EU indaga la posibilidad de una candidatura conjunta al Senado -una fórmula que prosperó en el 77- y Antoni Asunción recoge la propuesta de Pasqual Mollá, y tal vez Pere Mayor también, como un punto de convergencia de la izquierda. Por ahí, con una política de rigor y firmeza, en marzo la derecha puede sufrir un serio revés. Que no esperen más. El conjunto del país se lo merece, por encima de vanidades y miserias. Y ya es hora.

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