Tribuna:

Desbarajuste

JOSEP TORRENT El PSPV, sin la marca paraguas del PSOE, sería hoy mismo un partido en vías de extinción. El grado de desagregación, descomposición y desorientación del partido de los socialistas valencianos es de tal magnitud que, como no espabilen -y no parecen que vayan a hacerlo a corto ni a medio plazo- pueden acabar peor que sus compañeros gallegos a poco que el Bloc enderece el rumbo y se quite de encima algunas fobias localistas que, casi siempre, acaban por beneficiar al PP. En poco más de tres semanas el PSPV ha despilfarrado el crédito que, generosa y voluntaristamente, no pocos ciud...

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JOSEP TORRENT El PSPV, sin la marca paraguas del PSOE, sería hoy mismo un partido en vías de extinción. El grado de desagregación, descomposición y desorientación del partido de los socialistas valencianos es de tal magnitud que, como no espabilen -y no parecen que vayan a hacerlo a corto ni a medio plazo- pueden acabar peor que sus compañeros gallegos a poco que el Bloc enderece el rumbo y se quite de encima algunas fobias localistas que, casi siempre, acaban por beneficiar al PP. En poco más de tres semanas el PSPV ha despilfarrado el crédito que, generosa y voluntaristamente, no pocos ciudadanos depositaron en estas siglas el 13-J. La nefasta actuación de Ciprià Ciscar -al que le ha faltado un pelo para acabar como Álvarez Cascos en Asturias-, la inepcia e incompetencia de una gestora incapaz de adoptar una decisión que no le fuera ordenada telefónicamente desde Ferraz, el escaqueo de Antoni Asunción, especialmente preocupado porque no le salpicara la sangre de la degollina, y el silencio de un Joan Lerma puesto al pairo, han dejado al otrora partido hegemónico hecho unos zorros, bloqueado y con escasas salidas. Ahora Juana Serna -un teléfono pegado a una mujer que tal vez ensoñó convertirse en una mezcla de Rosa Luxemburgo y Dolores Ibárruri- pide la celebración de un congreso extraordinario cuanto antes para dejar de ponerse en evidencia un día sí y el otro también. En su pellejo cualquiera desearía despertar de la pesadilla en que la han sumido Ciscar, Vives y Franco, que tan pronto le ordenaban una cosa como la contraria. Pero un congreso para qué. El secretario de Organización del PSOE no ha mucho que dijo que la gestora duraría lo que fuera menester hasta lograr el consenso entre las distintas tribus, y, de entonces acá, sólo ha habido disenso, broncas y una anarquía territorial creciente donde los concejales votan lo que les sale de las tripas por fastidiar, sin que les importe muy bien a quién, siempre que sea alguien con mando. Y con este desbarajuste, que empezó allá por el 93 y explotó en el 95, quieren hacer un pan. Será como unas hostias.

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