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Dicen que el odio es la otra cara del amor, la cara oculta de un noble sentimiento que como Jano tiene dos rostros: uno que mira hacia adelante y que puede significar el lado positivo de la vida y otro que vigila la parte de atrás y que puede interpretarse como ese pálpito inconsciente donde se debaten las más oscuras pasiones de los hombres. Hace unos días, Soledad Becerril, antes de que su inesperado desencanto electoral la obligara a un cambio de estrategia, había dado por roto su matrimonio político con Alejandro. No había feeling en la pareja y daba la sensación algunas veces que donde a...

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Dicen que el odio es la otra cara del amor, la cara oculta de un noble sentimiento que como Jano tiene dos rostros: uno que mira hacia adelante y que puede significar el lado positivo de la vida y otro que vigila la parte de atrás y que puede interpretarse como ese pálpito inconsciente donde se debaten las más oscuras pasiones de los hombres. Hace unos días, Soledad Becerril, antes de que su inesperado desencanto electoral la obligara a un cambio de estrategia, había dado por roto su matrimonio político con Alejandro. No había feeling en la pareja y daba la sensación algunas veces que donde antes había una civilizada relación ahora sólo se palpaba determinada aversión política. Con éstas, Soledad puso de patitas en la calle a Alejandro, le dejó las maletas en la puerta de la Casa Grande y le dijo aquello de ni una vez más santo Tomás. Tras la noche del 13 Jota todo ha cambiado. Al menos para una alcaldesa a la que le recomendaron, por escrito y antes de que los votos escribieran un nuevo guión de la situación, que gobernara sola, haciendo honor a su nombre, especie de llanera solitaria de la política a quien le resultaría más rentable ir por soleares que mal acompañada. Bueno, pues al primer tapón, zurrapa. Porque Soledad, utilizando los periódicos como las despechadas arrepentidas suelen utilizar el teléfono, le ha enviado un mensaje a su Trajano de la Paramount de Onda Giralda diciéndole: vuelve cuanto antes que te quiero tanto que no puedo vivir (gobernar) sin ti. En los periódicos están recogidas sus lágrimas políticas, sus mohínes postelectorales. Trajano, déjate de teatrillos virtuales y vente para la Casa Grande ande o no ande, una vez más, tan complicado matrimonio. Ellos sabrán lo que hacen. Pero por ahí los que quieren de veras al amante de Sevilla van diciendo que lo más atinado que puede hacer Alejandro es irse del Ayuntamiento (cuánto van a echar de menos a Hurtado y a Villar en ese equipo de vivos por la causa y vivancos por la cara), dedicarse al equilibrio del partido en Andalucía y ver cómo se lleva el gobierno de una ciudad en la soledad más implacable desde la otra cara del amor, la más oscura de Jano que rima con Trajano.J. FÉLIX MACHUCA

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