Cartas al director

Adiós a Rafael

Rafael Escobedo Muñoz acaba de morir, y yo, por si es el caso que no lo hace otro de sus múltiples amigos, me siento obligado a dedicar unas líneas a su memoria. Este hombre singular, guapo, enfermo crónico, primero arquitecto y luego pintor, era sobre todo y paradójicamente, a pesar de su circunstancia adversa y su carácter huraño y pesimista, un vitalista e incluso un vividor. A finales de los sesenta, las noches del ahora tumultuoso Café Comercial sólo contemplaban tres o cuatro mesas ocupadas. En una de ellas, Carlos Oroza (el poeta "maldito" por excelencia, todavía activo), Victoria Pania...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Rafael Escobedo Muñoz acaba de morir, y yo, por si es el caso que no lo hace otro de sus múltiples amigos, me siento obligado a dedicar unas líneas a su memoria. Este hombre singular, guapo, enfermo crónico, primero arquitecto y luego pintor, era sobre todo y paradójicamente, a pesar de su circunstancia adversa y su carácter huraño y pesimista, un vitalista e incluso un vividor. A finales de los sesenta, las noches del ahora tumultuoso Café Comercial sólo contemplaban tres o cuatro mesas ocupadas. En una de ellas, Carlos Oroza (el poeta "maldito" por excelencia, todavía activo), Victoria Paniagua y yo pergeñábamos una revista. En otra mesa no faltaba Fermín Bouza, con Paz Pena, y en otra estaba Rafa Escobedo. Poco después vendrían los primeros embates de la primera movida madrileña (cuando aún no se llamaba así), con gentes como Paco Almazán, el flamencólogo, o Mauro Armiño, el crítico teatral. Rafa abrió entonces la mítica Vaquería de la calle de la Libertad, junto con Emilio Sola, a comienzos de los setenta, y siempre frecuentó la noche. Poco después abriría la segunda versión de La Vaquería junto a la plaza de Santa Ana. Desde hacía unos cinco años lo había dejado todo por la pintura, respaldado, creo, por una herencia, y puedo decir que sus cuadros perturbadores poseían talento. Él, que había creado espacios donde todos pudieron irse moviendo, quería finalmente mostrar su obra, y lo hacía con grandes dificultades. Cuando le vi hace unas semanas, me confesó que aún no había vendido ni un cuadro. Quizás triunfe.-

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En