Tribuna:

Entrega de voto

En estos tiempos duros en los que, a la vista de las mil y una denuncias, todo parece estar presidido por la más violenta e insoportable de las corrupciones, acaso convenga serenar el ánimo y celebrar lo que seguramente es más cierto que la existencia de una corrupción generalizada: los ciudadanos de los países democráticos son cada vez más exigentes, piden transparencia, necesitan comportamientos ejemplares en quienes no dudan en pedirles su confianza y a quienes se la dan, con sus votos al partido que más les convence. Pero los ciudadanos también deciden cuando no votan o cuando votan en bla...

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En estos tiempos duros en los que, a la vista de las mil y una denuncias, todo parece estar presidido por la más violenta e insoportable de las corrupciones, acaso convenga serenar el ánimo y celebrar lo que seguramente es más cierto que la existencia de una corrupción generalizada: los ciudadanos de los países democráticos son cada vez más exigentes, piden transparencia, necesitan comportamientos ejemplares en quienes no dudan en pedirles su confianza y a quienes se la dan, con sus votos al partido que más les convence. Pero los ciudadanos también deciden cuando no votan o cuando votan en blanco. Esas actitudes son también democráticas y cada ciudadano que no vota o vota en blanco está mandando un mensaje a los partidos que les piden sus votos, que también deben oír esos mensajes porque vienen de ciudadanos desengañados o sencillamente con conciencia de excluidos por el sistema, o autoexcluidos de él por convencimiento ideológico. No sé cuáles de todos esos ciudadanos aportan más a la consecución del bien común, pero creo que todas sus posturas sirven a la democracia. El voto y el no voto o el voto en blanco, cuando cada una de esas decisiones viene precedida de una reflexión seria y comprometida. Lo que no sirve para nada es "pasar", no participar, por desinterés, por creer los discursos catastrofistas y apuntarse a la crítica militante sin objetivo; soltar el discurso de "todos los políticos son iguales". Todos los políticos no son iguales y, sobre todo, todos los partidos no son iguales, todos los programas no son iguales, todos tienen programas y a ellos debemos ir para saber qué nos ofrecen. Los partidos están en campaña, debemos exigirles que nos cuenten en sus mítines, en sus comparecencias públicas, sus políticas. Que nos hablen de política, que los ciudadanos sabemos de eso, que crean en nosotros, como nosotros, la mayoría, creemos en ellos y por eso les exigimos que no nos defrauden. Una vez más estamos a punto de celebrar la democracia con un acto decisivo. Exigimos a los políticos que nos hagan creer en ella, que se comprometan por nosotros, tanto como les obliga la entrega de nuestro voto.MARÍA ESPERANZA SÁNCHEZ

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