Medio millón de personas reciben a los campeones de Europa

Medio millón de personas en las calles de Manchester. La mayor celebración de la ciudad del noreste de Inglaterra desde hace 31 años cuando ganó su primera Copa de Europa. Manchester se tiñó ayer de rojo -el color de los diablos rojos- y enloqueció para recibir a los hombres que en dos minutos transformaron el drama en magia, la impotencia en gloria. Algo parecido, como dijo el técnico inglés Alex Ferguson, a un cuento de hadas. Procedente de Barcelona, el equipo aterrizó en Manchester a media tarde y trazó un recorrido triunfal de 10 kilómetros por el centro a bordo de un autobús rojo descubi...

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Medio millón de personas en las calles de Manchester. La mayor celebración de la ciudad del noreste de Inglaterra desde hace 31 años cuando ganó su primera Copa de Europa. Manchester se tiñó ayer de rojo -el color de los diablos rojos- y enloqueció para recibir a los hombres que en dos minutos transformaron el drama en magia, la impotencia en gloria. Algo parecido, como dijo el técnico inglés Alex Ferguson, a un cuento de hadas. Procedente de Barcelona, el equipo aterrizó en Manchester a media tarde y trazó un recorrido triunfal de 10 kilómetros por el centro a bordo de un autobús rojo descubierto y de dos pisos.Miles de hinchas, vestidos con los colores del club y con bufandas, colapsaron el centro de la ciudad desde el mediodía, horas antes de la llegada de la expedición. Cientos de automóviles hicieron sonar sus bocinas mientras los pubs, a medida que se acercaba el cierre de comercios y oficinas, se llenaron de hinchas. La policía cerró la calle de Deansgate, una de las principales arterias, ante los miles de personas amontonados en el último tramo del itinerario.

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"Gloria al Manchester", se leía en una pancarta que adornaba el autobús que recogió a los jugadores a pie de pista. El portero danés y capitán Peter Schmeichel fue el que primero que asomó, con la Copa de Europa en la mano, por la escalerilla del avión. Fueron sin embargo Teddy Sheringham y el noruego Ole Gunnar Solskjaer, autores de los dos goles, los más ovacionados. El equipo culminó el recorrido en una ceremonia municipal en el diario Manchester Evening News. "Deansgate está llena. Queremos brindarles a los jugadores una noche absolutamente feliz", dijo el concejal Tony Burns.

La prensa inglesa agotó ayer los adjetivos. "En dos increíbles y surrealistas minutos de la última final de la Copa de Europa de este siglo, los jóvenes de oro de uno de los más conocidos clubes del mundo pasaron por encima de la excelencia y encontraron la grandeza que habían buscado", escribía The Times. Los rotativos alemanes reflejaron la amargura -"!Oh no!, tituló Bild- sin olvidar la autocrítica. Die Welt recalcó que el Bayern pagó su falta de concentración y el Berliner Zeitung avisó: "El Bayern debe aprender que nunca se debe dar por ganado un partido ante equipos ingleses".

Dos únicas detenciones

Barcelona pareció ayer quedar vacía tras la marcha de los 70.000 seguidores ingleses y alemanes que asistieron a la final. Pese al temor a incidentes, la operación policial se saldó con dos únicas detenciones: una en Sitges -un hincha agredió a un jugador de los Dragons- y otra en el Maremagnum, donde un joven rompió los cristales de un bar. El Camp Nou sufrió daños al ser arrancadas decenas de sillas. "Pero eso no es nada en comparación con lo bien que ha ido todo", alardeó el presidente del Barça, Josep Lluís Núñez. "Es imposible de calcular el dinero en publicidad que debería haber invertido el Ayuntamiento y la Generalitat para conseguir semejante promoción de la ciudad".

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