Editorial:

PRI de primarias

LA DECISIÓN de convocar elecciones primarias para elegir al próximo candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de México constituye un avance democrático de gran calado. Aunque se hayan diseñado a la medida de un favorito, suponen un salto en la democracia interna de un partido que hasta hace unos años fue un régimen. Y como bien sabemos en España, las primarias no salen siempre como pretenden quienes las organizan. Frente al proceso anterior del dedazo, por el cual el presidente saliente designaba a su sucesor, las primarias rompen una tradición autoritaria y ge...

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LA DECISIÓN de convocar elecciones primarias para elegir al próximo candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de México constituye un avance democrático de gran calado. Aunque se hayan diseñado a la medida de un favorito, suponen un salto en la democracia interna de un partido que hasta hace unos años fue un régimen. Y como bien sabemos en España, las primarias no salen siempre como pretenden quienes las organizan. Frente al proceso anterior del dedazo, por el cual el presidente saliente designaba a su sucesor, las primarias rompen una tradición autoritaria y generarán mecanismos democráticos de contrapoder. Al cabo, la palabra la tienen los ciudadanos inscritos en las listas electorales, sean o no afiliados al PRI.El favorito, que ya no el tapado, del presidente Ernesto Zedillo, y de gran parte de los dirigentes del PRI, es Francisco Labastida, de 56 años, que ha dimitido como ministro de la Gobernación para concurrir a estos comicios. Dos de sus contendientes ya se han retirado; y aunque se mantienen otros dos, no es descartable que llegue solo al final de la carrera. Aun así, el sistema de elección apunta en la dirección correcta. Otra cosa son las dudas que planean sobre el reglamento establecido. Es discutible que la victoria se decida por el número de distritos ganados, y no por la suma de sufragios; la prohibición de espacios publicitarios pagados hasta que empiece la campaña oficial en agosto concede ventaja al candidato oficial... Son muchas, pues, las cuestiones mejorables. Pero del dedazo a las primarias hay un enorme avance. Los hipercríticos deberían recordar que la apertura al pluripartidismo fue también, hace dos décadas, una operación cosmética que, a pesar de las enormes resistencias del partido hegemónico, ha hecho perder al PRI una decena de Estados y la mayoría en el Congreso.

Con o sin primarias en el PRI, las elecciones presidenciales en julio del 2000 van a ser las más disputadas de la historia de la República. Los sondeos reflejan que el resultado no está determinado de antemano. Cualquiera que sea el candidato del PRI tendrá que librar una difícil pugna con el candidato del conservador Partido de Acción Nacional (PAN), Vicente Fox, y con el aún no designado del Partido de la Revolución Democrática (PRD), de centro-izquierda. Con las primarias de su partido, el presidente Zedillo da un nuevo paso en la transformación de la política mexicana, ensanchando su base democrática.

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