Tribuna:

La tijera

JUANJO GARCÍA DEL MORAL Las elecciones se acercan y los políticos aprovechan la menor oportunidad para venderse -en el buen sentido de la palabra- y vender sus particulares cabras a los ciudadanos con derecho a voto. Los de la oposición lo hacen con las más variadas promesas acerca de lo que harían en el caso de ganar las elecciones, aunque sean proyectos imposibles o propuestas que no llevaron a término cuando tuvieron la oportunidad de hacerlo desde el gobierno. Por su parte, aquellos que ostentan responsabilidades de gobierno, utilizan las mismas o similares promesas, que muchas veces no s...

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JUANJO GARCÍA DEL MORAL Las elecciones se acercan y los políticos aprovechan la menor oportunidad para venderse -en el buen sentido de la palabra- y vender sus particulares cabras a los ciudadanos con derecho a voto. Los de la oposición lo hacen con las más variadas promesas acerca de lo que harían en el caso de ganar las elecciones, aunque sean proyectos imposibles o propuestas que no llevaron a término cuando tuvieron la oportunidad de hacerlo desde el gobierno. Por su parte, aquellos que ostentan responsabilidades de gobierno, utilizan las mismas o similares promesas, que muchas veces no son más que declaración de buenas intenciones, cuando no mera repetición de lo prometido cuatro años atrás y no ejecutado. Unos y otros tienden a menospreciar al votante pensando que se lo traga todo y que se ha olvidado de lo que ya le prometieron la última vez. Craso error, sobre todo en el caso de los gobernantes, porque al fin y al cabo los de la oposición no han tenido ocasión de incumplir lo prometido. Pero, a diferencia de estos últimos, los que gobiernan disponen de dos armas decisivas que les dan ventaja. Una es el control del aparato administrativo. La segunda es la tijera que utilizan para mostrar y ensalzar su gestión. La tijera para cortar cintas. En los meses previos a las elecciones, las inauguraciones constituyen una de las principales actividades de los políticos. Los que gobiernan acuden tijera en mano, y los de la oposición tratan de aprovecharse, como rémoras, para chupar cámara, aunque para ello se vean obligados a endosar algún que otro codazo al rival. Llegada la campaña electoral propiamente dicha, unos y otros cambiarán las inauguraciones por los mítines. Pero hasta entonces cualquier cosa es válida con tal de salir en la foto. Grande o pequeño, caro o barato, todo vale, incluso si ya fue inaugurado con anterioridad. Desde una carretera hasta una exposición de barrio. Desde un jardín de miles de metros cuadrados como el abierto la pasada semana en Valencia hasta una "medianera ajardinada" -eso sí, con "14 bancos", "ocho papeleras" y "dos pipicanes"-, que fue lo que ayer por la tarde inauguró, tijera en mano, la alcaldesa Rita Barberá.

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