Cartas al director

Cuentos asombrosos

Viernes por la tarde. Salgo de trabajar y me dirijo a la estación de Chamartín para coger mi conocido tren Lince de las cuatro de la tarde, que, en más o menos dos horas y media (más bien mucho más, según los días), me deja en la estación del Campo Grande, en Valladolid. Tras el fin de semana en casa, el domingo me dirijo a la estación otra vez para volver a Madrid. La diferencia es que los viajes de vuelta los suelo hacer en el Castilla y León Express, supuestamente de mejor categoría que el tren Lince, que, a fin de cuentas, no deja de ser un simple tren regional. Sorprendentemente, al llega...

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Viernes por la tarde. Salgo de trabajar y me dirijo a la estación de Chamartín para coger mi conocido tren Lince de las cuatro de la tarde, que, en más o menos dos horas y media (más bien mucho más, según los días), me deja en la estación del Campo Grande, en Valladolid. Tras el fin de semana en casa, el domingo me dirijo a la estación otra vez para volver a Madrid. La diferencia es que los viajes de vuelta los suelo hacer en el Castilla y León Express, supuestamente de mejor categoría que el tren Lince, que, a fin de cuentas, no deja de ser un simple tren regional. Sorprendentemente, al llegar al andén descubro que los tres vagones estacionados, a los que se unirán los otros tres que vienen de León, son del mismo tipo que el tren Lince que me trajo. Aquí es donde la cabeza se empieza a calentar. Para colmo, es invierno y la calefacción no funciona (menos mal que llevo la cabeza caliente).Al llegar al destino, todos los pasajeros de los susodichos vagones nos dirigimos a la oficina de atención al cliente, que se encuentra escondida detrás de unos mostradores, y sin casi señalización, con la intención de expresar nuestras quejas. Allí nos intentan convencer de que dicha protesta es infundada, ya que ambos tipos de vagón están equiparados con la misma categoría. Ya, ¿y por qué me cobran el viernes un precio y el domingo otro más alto, si he viajado con la misma incomodidad? Lo de tener la misma categoría supongo que es porque ambos fueron en el pasado trenes de cercanías de la Comunidad de Madrid que, una vez obsoletos, y tras unos retoques, pasaron al servicio de Grandes Líneas en la Comunidad de Castilla y León.

¿Qué pasa, que no tenemos derecho a tener unos trenes decentes o una red de ferrocarril eficiente? ¿por qué se nos trata con un pasotismo que roza el desprecio? Ya va siendo hora de que alguien (exactamente no sé quién puede ser esa persona) se dé cuenta de que esta región necesita una renovación de su antiquísima infraestructura de comunicaciones. Estoy esperando el día en que no me tenga que preguntar qué tipo de viaje me espera cada vez que cojo el tren.-

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