Tribuna:

Pasarse de listos

El debate sobre la fecha de las próximas elecciones autonómicas ha discurrido esta semana por unos derroteros que únicamente cabe calificar de sorpendentes. No parece que nadie pueda discutir de manera objetiva y razonable la conveniencia de anticipar la convocatoria electoral, con la finalidad de que no coincidan por segunda vez consecutiva las elecciones generales y autonómicas. Pero tampoco creo que nadie pueda discutir que la anticipación electoral debería ser lo menos anticipación posible y que debería ser puramente institucional, desprovista de cualquier contenido partidista. La disoluc...

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El debate sobre la fecha de las próximas elecciones autonómicas ha discurrido esta semana por unos derroteros que únicamente cabe calificar de sorpendentes. No parece que nadie pueda discutir de manera objetiva y razonable la conveniencia de anticipar la convocatoria electoral, con la finalidad de que no coincidan por segunda vez consecutiva las elecciones generales y autonómicas. Pero tampoco creo que nadie pueda discutir que la anticipación electoral debería ser lo menos anticipación posible y que debería ser puramente institucional, desprovista de cualquier contenido partidista. La disolución anticipada del Parlamento andaluz no debería ser, en ningún caso, una forma de manifestación de la prima a la posesión del poder, sino una exigencia objetiva del sistema político andaluz, que no debería verse devaluado por una nueva coincidencia de las elecciones autonómicas con las generales. Ahora bien, si las elecciones autonómicas no deben coincidir con las generales, mucho menos deben hacerlo con las elecciones municipales y autonómicas de las comunidades del artículo 143 de la Constitución. Si algún sentido tuvo el referéndum del 28-F fue precisamente el que Andalucía se constituyera en comunidad autónoma por la vía del artículo 151 y no por la vía del artículo 143. Ésta es la razón de que Andalucía pueda celebrar sus elecciones autonómicas independientemente de todas las demás consultas electorales, algo que solamente pueden hacerlo las tres llamadas comunidades históricas. A esto es algo a lo que no se debe renunciar . En política los símbolos son importantes y éste es uno de ellos. Por eso no acabo de entender que se haya abierto un debate por parte del Partido Socialista sobre la conveniencia de hacer coincidir las elecciones andaluzas con las municipales y autonómicas en junio. Cuando leí las declaraciones de Luis Pizarro esta semana me quedé atónito. ¿Cómo es posible que un partido que jugó el papel que jugó en el acceso a la autonomía por la vía del artículo 151 y que ha sido el gestor de dicha autonomía ininterrumpidamente desde el primer momento, pueda hacer una propuesta como ésta? Ni aunque las encuestas de las que el PSOE disponga le indicaran que la fecha de junio sería la más beneficiosa para los socialistas, tendría justificación alguna que se celebraran las elecciones en dicha fecha. La convocatoria en junio no podría ser entendida por nadie y, en consecuencia, de convocarse las elecciones en dicha fecha, sería el PSOE el que acabaría saliendo perjudicado. En política, como en casi todo, es sumamente peligroso el pasarse de listos. La utilización de una facultad discrecional, como es la disolución anticipada del Parlamento, de manera arbitraria es una de las vías más seguras para concitar la repulsa ciudadana. Y la convocatoria anticipada para junio solamente podría ser calificada de esa manera. No entiendo cómo se ha podido pensar siquiera una salida tan disparatada.JAVIER PÉREZ ROYO

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