Tribuna:

Vértigo cultural

Se nos han venido encima tantas conferencias, encuentros, exposiciones, conciertos y espectáculos que andamos agitados y ansiosos, sin saber a dónde acudir, sumergidos en un vértigo cultural del que no sé si saldremos sabios, locos o desconcertados. Me perdí el encuentro entre escritoras por acompañar a Natacha Seseña y Carmen Sarasua en la presentación de Mujeres de la herencia del 98, una serie de testimonios recogidos en vídeo con gran acierto: Carmen Caamaño, Isabel García Lorca, Soledad Ortega, Mercedes Formica, Dorotea Barnés y muchas otras señoras mayores hablando sobre la aventura uni...

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Se nos han venido encima tantas conferencias, encuentros, exposiciones, conciertos y espectáculos que andamos agitados y ansiosos, sin saber a dónde acudir, sumergidos en un vértigo cultural del que no sé si saldremos sabios, locos o desconcertados. Me perdí el encuentro entre escritoras por acompañar a Natacha Seseña y Carmen Sarasua en la presentación de Mujeres de la herencia del 98, una serie de testimonios recogidos en vídeo con gran acierto: Carmen Caamaño, Isabel García Lorca, Soledad Ortega, Mercedes Formica, Dorotea Barnés y muchas otras señoras mayores hablando sobre la aventura universitaria y profesional de sus abuelas, de sus madres y de ellas mismas; relatos salpicados de anécdotas, amenos, interesantes, dramáticos y divertidos. En su decir todo parece lógico y sencillo, incluso los esfuerzos y las dificultades que hubieron de salvar para poder inventarse, en aquellos años que ahora parecen tan lejanos, una vida propia. Tampoco pude ver el espectáculo de Fura dels Baus, pero sí asistí al Encuentro de la Menéndez sobre la creación poética andaluza, del que hemos tenido noticias en muchos medios y cuyos protagonistas, a diferencia de los testimonios a los que me he referido antes, eran todos hombres. La verdad es que, a mi pesar, sólo fui un día, el miércoles, a tiempo de confundir a Rafael Montesinos con un político por eso de llegar rodeado de flashes. No cabía duda que era la figura de aquella tarde densa en saberes poéticos. En pocas horas supe que los poetas no escriben en caliente sino en frío, no aprovechan el rapto de sentimiento fogoso sino el aserenado sentir que conserva la memoria. Aprendí que no se sabe si la ciudad toma del campo su gracia o si el campo es civilizado por la ciudad. También que del cante gitano andaluz sale buena parte de la lírica española -"Yo te estoy queriendo a ti con la misma violencia que anda el ferrocarril"-. Supe a Málaga "volcada por los montes sobre el mar" y que José Antonio Muñoz Rojas siente envidia por el magnífico pelo de Rafael Montesinos. Con ellos nunca se sabe por dónde pueden salir las debilidades y las genialidades.BEGOÑA MEDINA

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