Entrevista:

ÁLEX GARRETAS CAMPEÓN DE EUSKADI PROMESA DE CROSS "Jamás gastaré 20.000 pesetas en unas zapatillas de diario"

Álex Garretas atiende ya al título popular de "máxima promesa del atletismo vasco". Sólo tiene 20 años, el campeonato de Euskadi promesa de cross en su escaparate particular y la seguridad de no haber "hecho nada" para aglutinar tantas miradas. Eso y el recuerdo de su 17ª plaza en el cross de Lasarte, donde su desparpajo le permitió batir y compartir resoplidos con figuras de talla mundial como Cacho, Roncero o Estévez. Obligado a vestir la mayor parte del tiempo como un atleta, todavía le sorprenden aquellos que extraen de los escaparates de las tiendas de deportes su estética urbana. La tele...

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Álex Garretas atiende ya al título popular de "máxima promesa del atletismo vasco". Sólo tiene 20 años, el campeonato de Euskadi promesa de cross en su escaparate particular y la seguridad de no haber "hecho nada" para aglutinar tantas miradas. Eso y el recuerdo de su 17ª plaza en el cross de Lasarte, donde su desparpajo le permitió batir y compartir resoplidos con figuras de talla mundial como Cacho, Roncero o Estévez. Obligado a vestir la mayor parte del tiempo como un atleta, todavía le sorprenden aquellos que extraen de los escaparates de las tiendas de deportes su estética urbana. La televisión, dice, no es ajena a una moda que indirectamente favorece al atletismo. Pregunta. ¿Merece la pena dedicarse a un deporte distinto del fútbol? Respuesta. Todavía no lo sé y eso que hasta los 13 años jugaba al fútbol. Hasta dentro de tres años no creo que me plantee dejarlo todo por el atletismo [realiza un ciclo de formación administrativa]. Primero tendría que demostrar mucho más de lo que he demostrado. Solo sé que lo que más me gusta es el cross. P. ¿Se sentía fuera de lugar calentando junto a Brown, Cacho o Estévez en Lasarte? R. No, saboreaba la falta de presión. Como no tenía rivales directos porque todos eran infinitamente superiores a mí, pensaba que sólo tenía que salir a correr, a disfrutar. P. Al final llegó con Roncero, uno de los mejores corredores de maratón del mundo. R. Sí, fue increíble verme corriendo a su lado. Iba también con nosotros un atleta africano, al que no conocía. Al final me ganaron los dos. P. El cross es claramente un asunto de africanos ¿No es molesto correr una disciplina sin futuro para los blancos? R. Asumo que los africanos corren a otro nivel. Yo, particularmente, no les veo como rivales y si me ganan no me importa porque mi referencia son los blancos. P. ¿Es preciso acostumbrarse a correr descalzo de aldea en aldea para ser un fenómeno del campo a través? R. Parece que sí. Así se han curtido ellos, corriendo muchos kilómetros de ida y vuelta a la escuela, o eso es lo que cuentan. La verdad es que batirles no parece fácil, pero ahí están John Brown o de Paulo Guerra, que demuestran que con mucho entrenamiento se puede rivalizar con ellos. P. ¿Cómo explica la relativa falta de grandes talentos vascos del atletismo? R. Aquí hay cierta carencia de estructuras que arropen a los atletas. En Madrid y Barcelona, están los grandes centros que acogen a la élite. El resto, hacemos lo que podemos. P. Así que se ve emigrando a la Blume (centro de alto rendimiento) de Madrid. R. Uf, no me veo ahí. Mucho tendría que destacar para tener que marcharme. P. Para un joven, ¿correr habitualmente sólo es ilusionante si le anima la perspectiva de la competición? R. En mi caso sí. Es compitiendo donde le saco el gusto a tanto sacrificio. Si no compitiera seguiría saliendo a correr, pero lo haría de otra forma y con otras intenciones. P. Las campañas agresivas de promoción de ropa deportiva, ¿favorecen al atletismo? R. Creo que sí. Por lo menos permiten que este deporte tenga una mayor presencia en los medios de comunicación. P. ¿No le sorprende comprobar que los receptores de estos anuncios son en su mayoría quinceañeros que visten zapatillas de 20.000 pesetas sin darle un uso atlético? R. Es un fenómeno curioso. Jamás se me ocurriría gastarme semejante dineral en unas zapatillas para lucirlas en la calle. Prefiero las botas. En todo caso, invertiría ese dinero en unas zapatillas que me garantizasen que no voy a sufrir lesiones.

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