Tribuna:

Tómbola

MIGUEL ÁNGEL VILLENA Multitudes ávidas de un espectáculo de sangre y de morbo desfilan como hormigas camino de una mina donde un joven permanece atrapado. Alentadas por autoridades corruptas y por periodistas sin escrúpulos, las masas del Nuevo México de los años cincuenta acampan a la entrada de la mina mientras un auténtico patio de Monipodio asienta sus reales en los alrededores. Feriantes y vendedores, especuladores y buitres, levantan un descomunal circo a la espera del fatal desenlace que anuncia un genial Kirk Douglas en el papel de un periodista de esos que piensan que el fin de la fa...

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MIGUEL ÁNGEL VILLENA Multitudes ávidas de un espectáculo de sangre y de morbo desfilan como hormigas camino de una mina donde un joven permanece atrapado. Alentadas por autoridades corruptas y por periodistas sin escrúpulos, las masas del Nuevo México de los años cincuenta acampan a la entrada de la mina mientras un auténtico patio de Monipodio asienta sus reales en los alrededores. Feriantes y vendedores, especuladores y buitres, levantan un descomunal circo a la espera del fatal desenlace que anuncia un genial Kirk Douglas en el papel de un periodista de esos que piensan que el fin de la fama justifica los medios del sensacionalismo. La película se llama El gran carnaval y lleva la firma del maestro Billy Wilder. Como pocas otras veces en la historia del cine, esta narración describe con una lucidez estremecedora los mecanismos que conducen al fascismo cotidiano y a la frivolidad más tramposa. Vienen a cuento estas referencias a El gran carnaval por la polémica que ha suscitado de nuevo el programa Tómbola que emite Canal 9. Modelo de espacio chabacano y hortera, repleto de presuntos artistas y comentaristas, exportado a Telemadrid y financiado con fondos públicos, incluidos los suculentos honorarios que cobran algunos invitados, Tómbola refleja y estimula esa España cañí que no sólo se niega a desaparecer, sino que ha recibido nuevos impulsos desde la llegada al poder de los viajantes al centro. En debates propios de verduleras y sin el menor respeto por la veracidad informativa ni por las vidas privadas, los responsables de estas televisiones autonómicas han convertido Tómbola en la mayor burla hacia los principios de cualquier medio de comunicación público. Tras las redobladas críticas de la oposición en los últimos días, el Gobierno llegó a reconocer que la retirada de Tómbola de la programación resultaría "altamente beneficiosa". Pero este conato de sensatez fue desmentido por el ministro de Educación y Cultura, Mariano Rajoy, que ha reiterado su apoyo al programa. Todo un brillante sucesor del comisario de policía deEl gran carnaval.

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