Pitonisas

DE PASADAEl ejercicio adivinatorio es un servicio público que deberían prestar las administraciones para anticipar las cuitas a sus administrados. Concha Pino es una pitonisa que adelanta pesares y fortunas desde un canal de televisión local con una somera información previa: "Quiero saber de mi marido, se llama Antonio y está calvo". Salieron espadas: "Huy, tú te llevas muy mal con tu marido desde hace tiempo, pero muy mal". Luego caballos: "Eso quiere decir que tu marido ya no tiene las riendas". Al secretario del PP-Andalucía, Juan Ojeda, le encantaría una sesión así: "Mire usted, Concha, ...

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DE PASADAEl ejercicio adivinatorio es un servicio público que deberían prestar las administraciones para anticipar las cuitas a sus administrados. Concha Pino es una pitonisa que adelanta pesares y fortunas desde un canal de televisión local con una somera información previa: "Quiero saber de mi marido, se llama Antonio y está calvo". Salieron espadas: "Huy, tú te llevas muy mal con tu marido desde hace tiempo, pero muy mal". Luego caballos: "Eso quiere decir que tu marido ya no tiene las riendas". Al secretario del PP-Andalucía, Juan Ojeda, le encantaría una sesión así: "Mire usted, Concha, quería preguntar por Manolo, que es moreno, con entradas, muy atlético aunque no lo parezca y que me lleva de cabeza con su indecisión, oiga". "¿Y quiere saber si le engaña?", inquiriría la vidente. "En realidad, me interesa saber cuándo", podría puntualizar Ojeda. Lo ideal para el PP es que saliesen todos los caballos juntos a trotar sobre la mesa, pero nunca se sabe. Lo mismo salían espadas y se liaba de nuevo la guerra de las galaxias con los socialistas, a cuenta del vertido de la Seguridad Social, el desastre ecológico del censo y las elecciones habidas y por haber. A un funcionario interesado por averiguar cuándo le trasladarían a Córdoba, las cartas se empecinaban en destinarlo a la vera del mar y mira que el hombre ya se había hipotecado en Córdoba. "Oiga pues yo veo mar, ¿no trabajará usted en una empresa relacionada?", interpelaba la adivinadora. "Pues no, soy funcionario y me quiero ir a Córdoba". Un pelín machacón, el hombre. Si las cartas dicen que trabajas en una sociedad de efectos navales y que tu destino está junto al Mediterráneo, pues eso, esbozas una sonrisa y confiesas que desde niño te encantaba el olor del pescado en la lonja. Cuando los políticos descubran el poder de los futuristas, los sumarán a su larga lista de asesores: experto en predicciones. Sin ir muy lejos le iría de miedo al delegado de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Sevilla, Luis Miguel Martín Rubio, que así podría informar a los periodistas de cuándo concluirá el catálogo de catástrofes, incluido en el plan de emergencia de Protección Civil, que podría sufrir la ciudad. El problema para fijar un plazo, según el edil, reside en que se trata de "algo vivo". Está por descubrir si vivas son las catástrofes o los catálogos. TEREIXA CONSTENLA

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