Crítica:

Turbo Power Rangers

22.00 / AventurasEE UU, 1997. Dir.: D. Winning, S. Levy. Int.: J. Yong Bosch, N. Burrise.Que el lenguaje humano es en gran medida un sistema de reglas innatas, ya lo avanzó Chomsky. Sin embargo, todo indica que hay más cosas no aprendidas. Un padre se puede pasar la vida regalando juegos educativos o enseñando a su vástago las maravillas de la lectura atenta. Incluso, puede dejarse las rodillas a pie de alfombra entregado al minucioso montaje de interesantísimos puzzles. Pues bien, apenas aparecen por la pantalla unos sujetos tan sospechosos como los Power Rangers, se acabó. Entonces, e...

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22.00 / AventurasEE UU, 1997. Dir.: D. Winning, S. Levy. Int.: J. Yong Bosch, N. Burrise.Que el lenguaje humano es en gran medida un sistema de reglas innatas, ya lo avanzó Chomsky. Sin embargo, todo indica que hay más cosas no aprendidas. Un padre se puede pasar la vida regalando juegos educativos o enseñando a su vástago las maravillas de la lectura atenta. Incluso, puede dejarse las rodillas a pie de alfombra entregado al minucioso montaje de interesantísimos puzzles. Pues bien, apenas aparecen por la pantalla unos sujetos tan sospechosos como los Power Rangers, se acabó. Entonces, el mando a distancia cambia de dueño y todos los consejos del manual para padres aplicados quedan reducidos a pura ceniza. La segunda película de los turbo-héroes, siempre según el patrón de la serie televisiva, es tan penosa y descabellada como la primera. Sin embargo, aquí los psicólogos conductistas hacen mutis, los más pequeños se lo pasan como en sus primeros días: es decir, teta. Así de triste.

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