Cartas al director

De samaritanos y liberales

El señor Rodríguez Braun, en su artículo El buen samaritano y el mercado, publicado el día 14, aprovecha la famosa parábola para hacer un panegírico del liberalismo antisocial.Puestos a elegir pasajes evangélicos más adecuados para referirse al mercado, podría haberse fijado en el de la expulsión de los mercaderes del templo. Insinúa el articulista que la función redistribuidora de la riqueza que realiza el Estado es éticamente reprobable por ser impuesta y anular así el valor ético de toda acción no ejercitada libremente.

Tal planteamiento resulta altamente sofista por cuanto que parte...

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El señor Rodríguez Braun, en su artículo El buen samaritano y el mercado, publicado el día 14, aprovecha la famosa parábola para hacer un panegírico del liberalismo antisocial.Puestos a elegir pasajes evangélicos más adecuados para referirse al mercado, podría haberse fijado en el de la expulsión de los mercaderes del templo. Insinúa el articulista que la función redistribuidora de la riqueza que realiza el Estado es éticamente reprobable por ser impuesta y anular así el valor ético de toda acción no ejercitada libremente.

Tal planteamiento resulta altamente sofista por cuanto que parte de considerar como un axioma la contradicción entre lo público y lo privado, cuando resulta obvio que dichos ámbitos no son excluyentes sino complementarios, dados los componentes individual y social del ser humano. Sin embargo, resulta propio del liberalismo radical la tendencia a excluir en el hombre su condición de animal social, ignorando una realidad impuesta por la naturaleza misma y, por tanto, no discutible. Podría hablarse, por tanto, de una ética individual y de una ética social. Dada esa premisa, puede decirse que la acción del samaritano es el fruto de la ética individual que proviene de la libertad de acción de la persona. Por el contrario, la existencia de impuestos y su forma de distribuirlos son una manifestación ética del comportamiento de la sociedad, que expresa su voluntad libérrima eligiendo entre los distintos programas políticos. De que se elijan unos u otros dependerá que la sociedad actúe como el samaritano o bien como el sacerdote y el levita, dejando, en este último caso, abandonadas en la cuneta a las personas asaltadas y maltrechas por las "reglas del mercado" (paro, competitividad, ajuste de plantillas) o, simplemente, por las circunstancias de la vida (marginación).

Señor Rodríguez Braun: hay dos modelos posibles de sociedad: uno es el de la sociedad samaritana, que establece impuestos (por cierto, también el 0,7%, ya que lo cita expresamente) y los emplea bien socialmente; el otro modelo, el de los sacerdotes y levitas, es la sociedad que convierte el templo en cueva de mercaderes y ladrones, donde el dios de la justicia, la compasión y la solidaridad es pisoteado y sustituido por el becerro de oro del beneficio y del sálvese quien pueda.- .

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