PULSO EN EL PSOE

Cruce de reproches en la Ejecutiva

Mientras la Ejecutiva Federal del PSOE estaba reunida, José Bono y Manuel Chaves, miembros de esa instancia de poder abandonaban la sala repetidamente y volvían dejando papeles junto a Joaquín Almunia y José Borrell. No pudieron seguir con atención, por tanto, las intervenciones del secretario general y el candidato a La Moncloa, que sirvieron para fijar posiciones las posiciones de uno y otro y que, en algunos momentos, se convirtió en un cruce de reproches.

El candidato, en tono sosegado, según distintas versiones, sacó a colación algunas de las espinas que tiene clavadas, tal y c...

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Mientras la Ejecutiva Federal del PSOE estaba reunida, José Bono y Manuel Chaves, miembros de esa instancia de poder abandonaban la sala repetidamente y volvían dejando papeles junto a Joaquín Almunia y José Borrell. No pudieron seguir con atención, por tanto, las intervenciones del secretario general y el candidato a La Moncloa, que sirvieron para fijar posiciones las posiciones de uno y otro y que, en algunos momentos, se convirtió en un cruce de reproches.

El candidato, en tono sosegado, según distintas versiones, sacó a colación algunas de las espinas que tiene clavadas, tal y como la oferta que Almunia hizo al Gobierno para que liderara el proceso de paz que vendría inevitablemente si ETA ofrecía una tregua tal y como ocurrió poco después. Tampoco le parece razonable a Borrell, continuó diciendo a sus compañeros de la ejecutiva, que esté ausente del proceso de pacificación puesto en marcha como consecuencia de la tregua de ETA. Este discurso a todos les pareció razonable.

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Borrell aseguró a sus compañeros que nunca ha pretendido modificar las estructuras de poder de su partido sino que considera imprescindible que como candidato a la presidencia del Gobierno sea el interlocutor del Gobierno y de todas las instancias destacadas de este país.

Por su parte, Almunia se quejó de que todos los problemas radicaban en una desconfianza que era preciso desterrar. También, además de reafirmar la legitimidad de la Ejecutiva Federal allí sentada con todas sus competencias, Almunia dejó claro que estaba dispuesto a ceder en las suyas hasta un límite: la dirección política de todo lo que protagonice el candidato ante la sociedad. Al final, la cesión por parte del secretario general de la representación del partido a Borrell, y la quiescencia de éste a aceptar que la dirección polítca corresponde a la Ejecutiva, zanjó unas diferencias que hicieron temer a lo largo de la jornada que la única salida fuera el congreso extraordinario.

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