FUTBOL / Octava jornada de Liga

El medio centro clásico

Después de sus excelentes temporadas en el Celta y en el Mallorca, quién dudaría de que Vicente Engonga es un medio centro clásico. Es decir, un centrocampista bien dotado para la organización, la visión de juego y el desplazamiento largo del balón. Un 6 que esquiva su falta de velocidad con un notable sentido de la ubicación y del toque.

Y, sin embargo, no fue ésa la demarcación que le atribuyó el experimentado Luis Aragonés. Como defensa de cierre, Vicente Engonga logró el subcampeonato de Liga y firmó su mejor ejercicio de los tres en que estuvo en Valencia. Se convirtió en un de...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Después de sus excelentes temporadas en el Celta y en el Mallorca, quién dudaría de que Vicente Engonga es un medio centro clásico. Es decir, un centrocampista bien dotado para la organización, la visión de juego y el desplazamiento largo del balón. Un 6 que esquiva su falta de velocidad con un notable sentido de la ubicación y del toque.

Y, sin embargo, no fue ésa la demarcación que le atribuyó el experimentado Luis Aragonés. Como defensa de cierre, Vicente Engonga logró el subcampeonato de Liga y firmó su mejor ejercicio de los tres en que estuvo en Valencia. Se convirtió en un defensa sobrio, contundente y capaz de lanzar a un equipo que casi siempre acababa en Mijatovic. O sea, en gol. Aragonés pensó que un hombre pesadote como Engonga, ya entonces con 30 años, se adaptaría mejor a tareas defensivas, como tantos otros centrocampistas bajo el peso de la edad.

Más información

Engonga, sin embargo, volvió al centro del campo con Valdano y de ahí Cúper lo propulsó a la internacionalidad.

Pero antes Engonga atravesó un trayecto muy duro. No encajó primero en el discurso incomprensible de Parreira, después tuvo que aprender deprisa la posición de libero que le exigió Aragonés y, más tarde, con Valdano, fue vendido al Mallorca a precio de saldo.

Ninguno de estos tres técnicos discutió su gran personalidad. Engonga nunca se escondía. Cuanto peor se daban las cosas, más daba la cara: dentro y fuera del campo. Así se lo reconoció incluso Jorge Valdano, quien después, sin embargo, pensó que a un hombre de 32 años y muy castigado por las lesiones musculares le quedaba poco fútbol. Lo mejor, en cambio, estaba por llegar.

Archivado En