Desbordante
La Bottine Souriante y Kepa Junkera Auditorio Arena. Valencia, 7 de octubre.Fueron más de cuatro horas de concierto que no se hicieron largas, con un público que se mantuvo expectante o danzando. Un éxito para dos bandas que no encabezan listas de éxitos convencionales ni radiofórmulas y que no juegan con canciones fácilmente reconocibles. Pero es tal la fuerza y expresividad que Kepa Junkera imprime a su trikititxa, que convierte una herramienta de acompañamiento tradicional en un instrumento solista de primer orden. El acordeonista vasco ha superado los límites geográficos del folclore trad...
La Bottine Souriante y Kepa Junkera Auditorio Arena. Valencia, 7 de octubre.Fueron más de cuatro horas de concierto que no se hicieron largas, con un público que se mantuvo expectante o danzando. Un éxito para dos bandas que no encabezan listas de éxitos convencionales ni radiofórmulas y que no juegan con canciones fácilmente reconocibles. Pero es tal la fuerza y expresividad que Kepa Junkera imprime a su trikititxa, que convierte una herramienta de acompañamiento tradicional en un instrumento solista de primer orden. El acordeonista vasco ha superado los límites geográficos del folclore tradicional y ha construido una música global que extrae las enseñanzas oportunas del jazz o del rock y tiende puentes desde Madagascar a Escandinavia. Si lo de Kepa Junkera fue un suculento aperitivo, la actuación de la Bottine Souriante pudo dejar satisfecho al más exigente degustador de folk para una buena temporada. Desbordante de ideas y de destreza instrumental, la tropa que dirigen el acordeonista y maestro de ceremonias Yves Lambert y el violinista Michel Bordeleau ofreció una fiesta repleta de buen humor, muy a tono con el nombre de la banda (La Puta Sonriente), y de mejores canciones, basadas en temas tradicionales o de nuevo cuño, que van casi desde sus orígenes hace 20 años a piezas del último álbum, La Mistrine. Desde Quebec, una lección de cosmopolitismo para quienes todavía consideran el folk una pieza de museo.