Cartas al director

Programación televisiva

Es evidente que el problema de la programación televisiva, sobre todo la estival, está rozando los límites de lo perdonable. Y también que la actitud que tomamos frente a él no es la más adecuada. Es el verano una buena fecha -ahora que el televisor, excesivamente recalentado con estas temperaturas, comienza a oler a podrido- para reconsiderar algunas cosas que se nos están escapando. La primera es la consideración de que la televisión pública es nuestra, de todos los españoles, que somos los que la pagamos, y, por tanto, deberíamos ser capaces de gestionarla y de tener control sobre la progra...

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Es evidente que el problema de la programación televisiva, sobre todo la estival, está rozando los límites de lo perdonable. Y también que la actitud que tomamos frente a él no es la más adecuada. Es el verano una buena fecha -ahora que el televisor, excesivamente recalentado con estas temperaturas, comienza a oler a podrido- para reconsiderar algunas cosas que se nos están escapando. La primera es la consideración de que la televisión pública es nuestra, de todos los españoles, que somos los que la pagamos, y, por tanto, deberíamos ser capaces de gestionarla y de tener control sobre la programación cuando los que son responsables de ello dejan de serlo.La segunda cosa a tener en cuenta es el importantísimo papel que cumple la televisión en la educación, la visión del mundo y el desarrollo de la personalidad, sobre todo en la edad más tierna. Como en este mundo quedan pocos ingenuos, me da por pensar que esa irresponsabilidad no es casual, sino malintencionada.

No abogo por una televisión elitista ni excesivamente intelectual, porque soy consciente de que la televisión es, por su naturaleza y características, más un medio de entretenimiento que formativo, pero sí exijo que los contenidos de los programas, sean del género que sean, tengan calidad. Sobre todo porque los hay, que es lo peor. Y si no los hay, se hacen. Es una verdadera pena que, por falta de medios, jóvenes y brillantes creadores con mucho que decir se queden sin hacerlo mientras se financian concursos y programas basura con presupuestos desorbitados.-

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