Sister Aisha y Twinkle Brothers dan el tono del festival U-Zona Reggae de Torelló

La cantante británica Sister Aisha y los jamaicanos Twinkle Brothers mostraron en la madrugada de ayer el auténtico sabor del reggae en la primera noche del festival dedicado al género que se celebra hasta el mediodía de hoy en Torelló. Una y otros se convirtieron en lo mejor de una larga velada -que se prolongó hasta las 7.00 horas de ayer-, en la que se desató el verdadero ambiente musical de la sexta edición de U-Zona Reggae. Fue como una concurrida y monográfica verbena de verano en la que la conexión entre público e intérpretes funcionó sin fisuras.

El secretismo con que se lleva e...

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La cantante británica Sister Aisha y los jamaicanos Twinkle Brothers mostraron en la madrugada de ayer el auténtico sabor del reggae en la primera noche del festival dedicado al género que se celebra hasta el mediodía de hoy en Torelló. Una y otros se convirtieron en lo mejor de una larga velada -que se prolongó hasta las 7.00 horas de ayer-, en la que se desató el verdadero ambiente musical de la sexta edición de U-Zona Reggae. Fue como una concurrida y monográfica verbena de verano en la que la conexión entre público e intérpretes funcionó sin fisuras.

El secretismo con que se lleva el programa de actuaciones impidió a los asistentes notar los cambios según el horario previsto a que se vieron obligados los organizadores. La razón: diversos problemas mecánicos en los vehículos que transportaban a los grupos de extranjeros desde el aeropuerto de Barcelona hasta Torelló. Los imprevistos se solventaron sobre la marcha y en el escenario no hubo treguas. Tras la larga sesión de baile e insomnio voluntario, se hizo el silencio para que el público pudiera descansar. Aunque muchos no se dieron por enterados y continuaron en brazos de Morfeo hasta bien consumida la jornada, la pausa sólo duró hasta el mediodía. Entonces, sin miramientos hacia aquellos que dormían en cualquier rincón -sueños favorecidos por buenas dosis de cerveza y calimocho-, comenzó de nuevo la actividad musical, aunque con una variación de estilo para evitar una excesiva saturación de sonidos jamaicanos -reanudados durante la sobremesa-. Fausto Gramola, El Chaval de la Peca y Paul Fuster sirvieron entonces el vermú rasta, a base principalmente de boleros, tangos y canciones españolas populares de unas décadas atrás. Pese a que en el U-Zona Reggae no se respetan demasiado las convenciones horarias, a la hora de la comida el recinto se convirtió en un pic-nic gigante de perritos, bocadillos de todo tipo -con preferencia por el foie-gras y el fuet-, ensaladas y pollastres a l"ast para los más hambrientos. Para entonces, el suelo del recinto del festival ya era una densa alfombra de vasos, cajetillas vacías de tabaco y otros desperdicios, como en los parajes preferidos por los domingueros que no tienen precisamente un espíritu ecologista. Algo parecido ocurría con algunas calles de Torelló, desagüe natural de la riada de gente que en un momento u otro acude al pueblo a cambiar de aires y avituallarse a un precio algo más económico que en los chiringuitos del U-Zona Reggae. Según los organizadores, no hay nada que temer: dentro de cuatro o cinco días, cuando concluyan las tareas destinadas a desmontar las instalaciones del festival, no quedará rastro alguno del denso asentamiento humano que ha cambiado la fisonomía del tranquilo pueblo de la comarca de Osona. "Rastas" en remojo La principal competencia de los grupos que actúan de día en el festival son las altas temperaturas. Aunque resulte obvio, es enorme el contraste entre el ánimo del público antes y después de que el sol se oculte. La apatía y el relajamiento diurnos se desvanecen por la noche. En las horas de más calor, buena parte de los asistentes rehúye las zonas próximas al escenario. En su lugar se forman largas colas en las duchas al aire libre del recinto -la gente se lava en bañador e incluso con la ropa puesta- y en la única fuente pública disponible se zambullen en el río que cerca el lugar, pasando por alto sus pocos estimulantes condiciones higiénicas o, en el caso de los más escrupulosos, se visita la vecina piscina municipal, que, por 500 pesetas el billete, supone una forma eficaz de combatir los sudores.

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