Crítica:

David Lynch en el camino de Oz

Es uno de los procesos más constantes en el devenir del ser humano: en cada generación artística siempre surgen uno o varios jóvenes que deslumbran con su inteligencia lo establecido. Rimbaud, Scott Fitzgerald, Truman Capote u Orson Welles podrían ser algunos ejemplos próximos de precocidad creativa. David Lynch, al que hoy dedica Canal + una programación especial, también. Su irrupción en el cine con Cabeza borradora, un filme realizado con pocos medios, mucha paciencia (tardó cinco años en terminarla) y mucho talento, supuso la primera señal del nacimiento de una estrella.Su segundo largomet...

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Es uno de los procesos más constantes en el devenir del ser humano: en cada generación artística siempre surgen uno o varios jóvenes que deslumbran con su inteligencia lo establecido. Rimbaud, Scott Fitzgerald, Truman Capote u Orson Welles podrían ser algunos ejemplos próximos de precocidad creativa. David Lynch, al que hoy dedica Canal + una programación especial, también. Su irrupción en el cine con Cabeza borradora, un filme realizado con pocos medios, mucha paciencia (tardó cinco años en terminarla) y mucho talento, supuso la primera señal del nacimiento de una estrella.Su segundo largometraje, El hombre elefante, ratifica las esperanzas puestas en él por la industria cinematográfica, es decir: se recupera la inversión y alcanza beneficios. El joven brillante comienza a recorrer el tramo más duro del camino, aquel en el que se le exigirá implacablemente talento y, sobre todo, rentabilidad. Son tiempos en los que la valía de los artistas se mide por sus taquillajes, por las tiradas de ejemplares o por la cotización en las galerías.

Después de pasar unos meses a sueldo de los Estudios Zoetrope, el sueño imposible de Coppola, Lynch acepta el reto de dirigir una gran superproducción de Dino de Laurentiis, Dune. Es la prueba de fuego para un joven que no teme enfrentarse a la industria pura y dura. Para ello contará con todos los medios y presupuesto que necesite, los mismos que cavarán su tumba si no consigue el éxito. Supera la prueba y, además, consigue dejar la huella de su estilo.

Con Terciopelo azul alcanza la cumbre. Es la obra de alguien que domina el medio en el que se expresa y crea. La película de un maestro. El camino llega a las inmediaciones de Oz y quien lo recorre comienza a sentirse un dios: produce la serie Twin Peaks, pinta, fotografía, compone y recorre el mundo de suite en suite. Realiza Corazón salvaje y comienza un suave descenso. Oz se aleja. Carretera perdida es su último largometraje. Es un filme complejo y rabioso. El que fue joven y casi un dios no tira la toalla. Sabe que el camino ha sido duro, que ha superado varias pruebas de fuego, que ha estado a punto de enloquecer ante la proximidad de lo legendario y que, pese a todo, sigue en la brecha.

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