Tribuna

Desprecio por la posesión

Cultura defensiva. Italia es un equipo que descubre todo intento ofensivo del rival. Además, nunca se permite dos errores consecutivos: el que subsana el primero nunca se equivoca. Tiene tal apego a la función defensiva que igual que se perdona cualquier fallo en el cuidado de la pelota, no se tolera ninguno respecto a la recuperación.Sin magia individual. La aptitud técnica de de los jugadores franceses hace que los circuitos que recorre el balón difícilmente se interrumpan por impericia. Eso garantiza a Francia una posesión sostenida. Pero frente a un detector del calibre de It...

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Cultura defensiva. Italia es un equipo que descubre todo intento ofensivo del rival. Además, nunca se permite dos errores consecutivos: el que subsana el primero nunca se equivoca. Tiene tal apego a la función defensiva que igual que se perdona cualquier fallo en el cuidado de la pelota, no se tolera ninguno respecto a la recuperación.Sin magia individual. La aptitud técnica de de los jugadores franceses hace que los circuitos que recorre el balón difícilmente se interrumpan por impericia. Eso garantiza a Francia una posesión sostenida. Pero frente a un detector del calibre de Italia la asociación no es suficiente. Hacía falta la inspiración individual como respuesta final y ayer ni Zidane, ni Djorkaeff, ni Henry la ofrecieron.

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No aparece, pero está. A Italia sólo le interesa lo que sucede en las dos porterías. Que la pelota y el trámite sea de cualquiera. Pero es inflexible cuando se trata del gobierno dentro de las áreas. No juega bien, desprecia la posesión, pero extrañamente equilibra el partido en esas zonas. Entiende que para obtener en el fútbol no es necesario merecer. Crea pocas situaciones de gol, pero también logra que le lleguen poco. Y sus caídas nunca son tan contundentes como para obligar a su proyecto a una revisión.

Del Piero, sin excusas. Su coartada es que resulta muy difícil jugar en un equipo que lo aisla, lo abandona y no le acerca al balón. Sin embargo, su actuación merece otra reflexión: Italia nunca lo encontró para poner en sus pies la recuperación de la pelota. El fútbol es contagio y el paisaje de Italia no es demasiado seductor para Del Piero, pero el intento de vincular la estructura defensiva con Moriero y Vieri debería haberle hecho aparecer con otra actitud. Pecó por ausente, por nula predisposición. Si uno intenta y falla, merece el reclamo, pero mucho más reprochable es la no acción. Roberto Baggio se encargó de demostrar que se podía.

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