La efervescencia de juego de México

El equipo americano remonta un marcador de 2-0 ante la selección de Bélgica

Ni siquiera la flaqueza de su portero, Jorge Campos, acabó con la efervescencia de México, que no sólamente remontó un 2-0 adverso, sino que mereció ganar el encuentro y clasificarse así para octavos de final. Su chispeante juego superó finalmente a la envejecida Bélgica, que basó todo su fútbol en la maestría de Scifo y en la potencia de Wilmots. Agotado tras el descanso Scifo, Bélgica se diluyó entre el dinamismo y el entusiasmo de México.En un Mundial con déficit de buenos centrocampistas, ayer reapareció uno de la vieja guardia, Scifo, que, a sus 32 años, conserva la esencia del 10 clásico...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Ni siquiera la flaqueza de su portero, Jorge Campos, acabó con la efervescencia de México, que no sólamente remontó un 2-0 adverso, sino que mereció ganar el encuentro y clasificarse así para octavos de final. Su chispeante juego superó finalmente a la envejecida Bélgica, que basó todo su fútbol en la maestría de Scifo y en la potencia de Wilmots. Agotado tras el descanso Scifo, Bélgica se diluyó entre el dinamismo y el entusiasmo de México.En un Mundial con déficit de buenos centrocampistas, ayer reapareció uno de la vieja guardia, Scifo, que, a sus 32 años, conserva la esencia del 10 clásico: pasa, regatea, distribuye y remata. Todo con clase. De ella se sirvió para dirigir un rato a Bélgica, y se alió, además, con la fuerza bruta de Wilmots, que marcó dos goles: uno con la barriga y el otro tras haber arrollado por el camino a un central mexicano. De otros ilustres veteranos, Oliveira y Nilis, no hubo noticias.

Más información

Un gol con la panza de Wilmots (89 kilos) puso en evidencia la fragilidad de Campos (69 kilos), cuya capacidad de intimidación en el área es igual a cero. Era el último suspiro de la primera parte y para entonces México sólo confiaba en llegar al descanso con resuello.

México había sido bastante mejor que Bélgica hasta que fue expulsado su lateral derecho Pardo. Previamente, México envió el balón dos veces al larguero. Transcurrían momentos de excitación mexicana y Pardo acabó con ella de un plumazo: efectuó una entrada por detrás que lo mandó al vestuario.

La siguiente media hora fue de Bélgica, que marcó una distancia que se antojaba insalvable: dos goles. Otra falsa apariencia. Cuando México parecía entregado, renació de no se sabe dónde. Surgió un hombre clave: Ramírez, que consiguió resucitar a su equipo con un par de acciones. En la primera logró encarar al meta belga De Wilde, con la consiguiente reacción atropellada de Verheyen, que lo derribó por detrás: penalti y expulsión. México había renacido; y en la segunda, Ramírez recibió un pase en profundidad de Arellano, se internó por la banda izquierda y centró suave para que Blanco marcara.

Archivado En