Viento, amenaza de bomba y olas del público

Fue un día accidentado. El partido quedó empañado por algo no previsto. Montpellier vivió ayer angustiado por dos fenómenos distintos: las rachas del viento cers, similar a la tramontana, de más de 100 kilómetros por hora y una amenaza de bomba que obligó a extremar las medidas de seguridad.El viento llegó a derrumbar una puerta de acceso a una carpa destinada para VIPS. No dio precisamente la organización facilidades a los fotógrafos para tomar imágenes. Cuatro personas resultaron levemente heridas y tuvieron que ser trasladadas a centros de urgencia. Los bomberos tuvieron que revisar la ...

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Fue un día accidentado. El partido quedó empañado por algo no previsto. Montpellier vivió ayer angustiado por dos fenómenos distintos: las rachas del viento cers, similar a la tramontana, de más de 100 kilómetros por hora y una amenaza de bomba que obligó a extremar las medidas de seguridad.El viento llegó a derrumbar una puerta de acceso a una carpa destinada para VIPS. No dio precisamente la organización facilidades a los fotógrafos para tomar imágenes. Cuatro personas resultaron levemente heridas y tuvieron que ser trasladadas a centros de urgencia. Los bomberos tuvieron que revisar la estructura de la carpa, que, según los organizadores, había superado la última revisión hace cuatro días.

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Todo el recinto del estadio estuvo ayer tomado por la policía. Los gendarmes sometieron a un estricto control a los vehículos acreditados que accedieron a la zona. Controlaron los bajos de los coches y obligaron a abrir los maleteros. Tres cámaras de una televisión, que tomaban imágenes del césped, fueron obligados a desalojar el estadio cuando faltaban sólo dos horas para el partido. Pese a que en ningún momento nadie tomó en consideración la amenaza de bomba, hubo nervios en la organización.

"Aconsejamos que, por seguridad, evacuen el recinto", se oyó por megafonía cuando ya había concluido el encuentro. Fue una confusión. Corrió la voz de que era otra falsa alarma, pero por megafonía -casi nadie se había movido- no se rectificó.

La gente, ajena a los pequeños sucesos y, como el partido fue soporífero, acabó haciendo la ola por aburrimiento y agradeció la osadía de portero Chilavert de tirar una falta en la segunda mitad. Tiene el guardameta paraguayo una obsesión en este Mundial: no quiere despedirse sin marcar un gol. Y falló por un palmo. No se lo pensó dos veces: cuando vio que el encuentro no pasaba del empate, miró a Zdrakov, el portero búlgaro, y se fue corriendo hasta el otra área. Plantó el balón en el césped y chutó. Zdrakov tuvo que estirarse para sacar el balón. Casi gol. "Yo creía que iba dentro. Si Zdrakov llega a estar un paso a la izquierda, va dentro", dijo este hombre que ha desatado las iras de Argentina por haber hecho de espía al visitar al equipo de Japón para explicar los puntos débiles del equipo de Passarella.

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