"He puesto el día y la hora a mi marcha"

"Yo he pedido el relevo. De mis 57 años, llevo 42 en la caja y nueve dirigiendo un proyecto en el que me he dejado la piel. Puedo presumir de haber puesto el día y la hora a mi marcha". Con esta declaración, Emili Tortosa, artífice de la modernización de la Caja de Ahorros de Valencia, se despedía ayer de la dirección general, a la que accedió en 1989 de la mano del entonces presidente José María Simó Nogués. En un golpe de timón sin precedentes en la casa, Tortosa, economista y censor jurado de cuentas, renovó entonces toda la estructura directiva de la entidad e introdujo a la Caja de Valenc...

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"Yo he pedido el relevo. De mis 57 años, llevo 42 en la caja y nueve dirigiendo un proyecto en el que me he dejado la piel. Puedo presumir de haber puesto el día y la hora a mi marcha". Con esta declaración, Emili Tortosa, artífice de la modernización de la Caja de Ahorros de Valencia, se despedía ayer de la dirección general, a la que accedió en 1989 de la mano del entonces presidente José María Simó Nogués. En un golpe de timón sin precedentes en la casa, Tortosa, economista y censor jurado de cuentas, renovó entonces toda la estructura directiva de la entidad e introdujo a la Caja de Valencia en la cultura del éxito y de los resultados. Dirigió con mano firme la fusión con las Caja de Ahorros de Castellón, Sagunto y Seborbe, que dieran lugar más tarde al nacimiento de Bancaixa. También en su etapa se adquirieron los bancos de Valencia y de Murcia y se creó una división de seguros y otra de gestoras de fondos nada desdeñables. "Mi ilusión desde que entré a trabajar en la caja con 14 años [empezó de botones en la sucursal de la Caja de Valencia en Alzira, su ciudad natal] fue elegir el momento adecuado para irme", declaraba ayer. "Yo he tomado la decisión de irme, pero dejo un equipo que puede hacerlo muy bien, que transformó una caja quebrada en lo que hoy es Bancaixa. Es un equipo de primeros espadas y cualquiera me puede sustituir", prosiguió. Según Tortosa, fue él quien comunicó personalmente al presidente de Bancaixa, Julio de Miguel, su deseo de dimitir. De Miguel, con el que no ha conseguido conectar, le respondió que fuese él quien pusiera la fecha de su marcha. "Los nuevos tiempos necesitan gestores nuevos. El próximo 1 de enero se pondrá en marcha el nuevo plan estratégico de Bancaixa. Yo he dirigido tres planes estratégicos y creo que éste último lo debe dirigir otra persona". "Me voy con una sonrisa y por la puerta grande", prosiguió Tortosa, "porque he conseguido que el proyecto que iniciamos en 1989 continúe y porque el nuevo director es una persona de mi equipo", continuó, para añadir, visiblemente aliviado por su decisión, que ahora quiere hacer otras cosas. Aunque continuará vinculado al grupo financiero, no está en su ánimo interferir en la gestión de Fernando García Checa. "No quiero mediatizar nada", declaró. Personas de su entorno aseguraban ayer que hacía meses que Tortosa no estaba tan feliz. Y no es de extrañar después de los cambios operados en el interior de Bancaixa desde que el Partido Popular accediera al Gobierno de la Generalitat. Durante ese periodo, sus relaciones con el entonces presidente de Bancaixa, José María Simó Nogués, se deterioraron a la carrera. De inmediato se identificó con el sucesor de Simó Nogués, Antonio Tirado, considerado un presidente de transición. Incluso actuó activamente para que este abogado de Castellón continuara al frente del grupo. Al final no fue posible y De Miguel, persona de confianza de Zaplana, se convirtió en el nuevo presidente de Bancaixa. Demasiadas intrigas palaciegas para un hombre acostumbrado a ir de frente.

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