Tribuna:

Los bartolines

La rocambolesca historia protagonizada por el concejal del Partido Popular de La Carolina ha puesto en evidencia algunas carencias en el seno de este partido, que tienen su origen en el boom de militantes que dicho partido tuvo en los años previos a su ascenso al poder. Tras 1992 las expectativas de victoria del Partido Popular, unidas a una carencia de bases que apoyasen la acción del partido a nivel nacional, condujo a los dirigentes del PP a una política de afiliación masiva de jóvenes que, descontentos con el poder vigente, acudieron en masa a militar en el partido de José María Aznar. Las...

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La rocambolesca historia protagonizada por el concejal del Partido Popular de La Carolina ha puesto en evidencia algunas carencias en el seno de este partido, que tienen su origen en el boom de militantes que dicho partido tuvo en los años previos a su ascenso al poder. Tras 1992 las expectativas de victoria del Partido Popular, unidas a una carencia de bases que apoyasen la acción del partido a nivel nacional, condujo a los dirigentes del PP a una política de afiliación masiva de jóvenes que, descontentos con el poder vigente, acudieron en masa a militar en el partido de José María Aznar. Las mesas electorales se llenaron de interventores adolescentes y a renglón seguido lo hicieron las listas de candidatos a concejales a la sombra de la gaviota. La nueva política de afiliación tuvo los frutos esperados: por una parte, se creó un partido de masas fácilmente movilizable, que permitía a Aznar competir en baños de multitudes con Felipe González en las campañas electorales; por otra, se cambiaba la imagen del partido introduciendo caras nuevas, sobre todo en las zonas rurales donde la derecha había tenido que seguir contando como figuras más representativas con personas vinculadas a la dictadura; y, por último, se evitaba que el control del partido lo ejerciesen los seguidores de Manuel Fraga, ya que los nuevos militantes eran fieles adictos al liderazgo de Aznar y sus allegados. Esta política, tan exitosa para Aznar, ha producido un problema fundamental, como es que muchos de los que accedieron al poder han sido jóvenes que nunca habían manifestado una vocación política. Ello ha llevado a que muchos de estos jóvenes del PP, en el mejor de los casos, se hallan convertido en meros "figurones", que en poco tiempo desaparecerán de la política o, en el peor de los casos, se transformen en "bartolines", a quienes el ansia de obtener el protagonismo que se les prometió, les lleve a utilizar cualquier medio para ser los héroes de la película. Aunque en realidad nunca pasaron de ser los extras de un Titanic, protagonizado por un Leonardo de apellido Aznar.

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