Tribuna

El sabor de lo imposible

Algunos hemos sido todo este año del parecer de que el Real Madrid era el mejor equipo de Europa. La diferencia entre Heynckes y Capello no ha sido una cosa de inteligencia sino, ante todo, de sabor. El Madrid era, en general, un producto picante con Capello, mientras ha tendido a la sosería con Heynckes. Por eso, el Real Madrid ha resultado imbatible si se encontraba espoleado por alguna guindilla y manso cuando ha debido cumplir el expediente tradicional. Ahora, cuando se le ha puesto por delante una competición que azuzaba su identidad ha patentizado la agudeza de su potencia.No es fácil di...

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Algunos hemos sido todo este año del parecer de que el Real Madrid era el mejor equipo de Europa. La diferencia entre Heynckes y Capello no ha sido una cosa de inteligencia sino, ante todo, de sabor. El Madrid era, en general, un producto picante con Capello, mientras ha tendido a la sosería con Heynckes. Por eso, el Real Madrid ha resultado imbatible si se encontraba espoleado por alguna guindilla y manso cuando ha debido cumplir el expediente tradicional. Ahora, cuando se le ha puesto por delante una competición que azuzaba su identidad ha patentizado la agudeza de su potencia.No es fácil discutir la supremacía del Real Madrid en toda Europa. La medida del Real Madrid ha necesitado la escala europea para dar cuenta de su talla. Esto último es, efectivamente, una reflexión de madridista, pero ¿por qué no serlo? El fútbol pierde mucho interés cuando no se es forofo. Incluso mi amigo Antonio Franco, director de El periódico de Catalunya, hizo imprimir hace unos días un editorial defendiendo el derecho de los catalanes a alegrarse con las desgracias del Madrid. Si yo aprendí hace relativamente poco a celebrar los infortunios del Barça ha sido gracias a esta magnífica escuela catalana.

Y ya que estamos en esto, la victoria de ayer es más rotunda cuando se ve brillar a un equipo español luciendo orgullosamente la bandera española, y no envolviéndose en los tiras y aflojas del hecho diferencial.

Lo del Real vale como muestra de la capacidad española. El diario As, en el mejor titular de la época, decía el martes: "Seamos realistas, pidamos lo imposible". Y a esto han llegado los realistas: a la conquista de un sueño soñado hace treinta y tantos años y a la posesión de una séptima copa tan remota que el Abc la llamaba el séptimo cielo". "Tócala otra vez Sam", acuciaban los titulares de fútbol. La mitología de Casablanca ha llegado a la "Casa Blanca". De una manera efímera probablemente, como son estas cosas del fútbol. Porque unos ganan hoy y otros mañana, unos levantan hoy su escudo y mañana extienden la escudilla. Pero ¿a qué pensar ahora en los próximos reveses? Por el momento el Real Madrid ha vuelto del revés su año aciago, ha vuelto del revés a sus enemigos y, de paso, ha enrevesado todavía más, para algunos, el diagnóstico sobre la exacta verdad de su sabor.

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