Soy cirujano

Soy cirujano. Cada día veo a personas brutalmente golpeadas, personas sangrando, cuerpos muertos semidesnudos, personas que arden vivas y extremidades amputadas. Pero no estoy refiriéndome a la sala de urgencias del hospital, ni siquiera al quirófano donde se opera a diario. Me estoy refiriendo a los telediarios, empeñados, con independencia de la hora, en impactarnos con imágenes cada vez más crudas y brutales. Confundir el deber de informar con el derecho a divulgar cualquier imagen, con independencia de su contenido y sin tener en cuenta la edad, sensibilidad o actitud del espectador, supon...

Soy cirujano. Cada día veo a personas brutalmente golpeadas, personas sangrando, cuerpos muertos semidesnudos, personas que arden vivas y extremidades amputadas. Pero no estoy refiriéndome a la sala de urgencias del hospital, ni siquiera al quirófano donde se opera a diario. Me estoy refiriendo a los telediarios, empeñados, con independencia de la hora, en impactarnos con imágenes cada vez más crudas y brutales. Confundir el deber de informar con el derecho a divulgar cualquier imagen, con independencia de su contenido y sin tener en cuenta la edad, sensibilidad o actitud del espectador, supone una libertad más que discutible y, cuando menos, una falta de ética profesional. Señores directivos de la televisión, de igual manera que existe un libro de estilo para la palabra, lo existe para la imagen. Tomen nota y evitarán revolvernos las entrañas. ¿O es que se trata de eso?- . .