FÚTBOL 34ª JORNADA DE LIGA

El Valladolid salvó la permanencia

Salvado. El Valladolid consiguió su objetivo final y confirmó matemáticamente su permanencia un año más. Al Celta no le fue tan bien y perdió una magnífica oportunidad en su candidatura en la lucha por la Liga de Campeones en un encuentro que terminó sin goles de milagro. Los dos equipos ofrecieron una hora de fútbol repleta de ocasiones de gol en la que sólo había espacio para pensar en la portería contraria. Sin embargo, los postes, los porteros y la falta de puntería o suerte terminaron por desesperar a los delanteros que variaron su táctica: de jugar un fútbol exquisito pasaron a buscar el...

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Salvado. El Valladolid consiguió su objetivo final y confirmó matemáticamente su permanencia un año más. Al Celta no le fue tan bien y perdió una magnífica oportunidad en su candidatura en la lucha por la Liga de Campeones en un encuentro que terminó sin goles de milagro. Los dos equipos ofrecieron una hora de fútbol repleta de ocasiones de gol en la que sólo había espacio para pensar en la portería contraria. Sin embargo, los postes, los porteros y la falta de puntería o suerte terminaron por desesperar a los delanteros que variaron su táctica: de jugar un fútbol exquisito pasaron a buscar el rechace, el balón bombeado y toda suerte de tropezones.El Valladolid afrontó el partido tal y como se lo pidió el Celta, dejando espacios y entregando el control de la pelota al equipo vigués que inmediatamente se hizo el dueño de las operaciones. Los dos equipos se acomodaron perfectamente a la situación: el Celta porque podía marcar el ritmo, usar su excelente línea de creación y al Valladolid porque le permitía utilizar su arma básica, el contragolpe comandado por Víctor y Peternac. El choque que había comenzado atrancado se convirtió en el mejor partido de la temporada. El festival lo inició Benjamín con una jugada por el centro que terminó con una vaselina alta, y siguió con dos remates de Víctor y García Calvo, el primero al palo y el segundo pegado al larguero.

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El Celta había permitido demasiadas alegrías a su rival y comenzó a centrarse en la defensa. Reposó la circulación del balón y buscó otros caminos hacia el gol.

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