Tribuna:

Dudas

Leo en EL PAÍS que los jueces y los fiscales dudan de que una reforma legal ataje los maltratos a mujeres: dicen que se trata de un problema social y que no se arreglará hasta que no se solucionen las causas que lo originan. Qué bonita frase y qué bien dicha. Ahora podemos sentarnos confortablemente sobre esas palabras luminosas y tirar 100 años más mientras los maridos siguen abrasando, acuchillando y apaleando a sus mujeres hasta la muerte.Se me ocurre que se podría decir lo mismo de la criminalidad común. Por ejemplo: no se atajarán los atracos hasta que no mejoren las causas sociales que l...

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Leo en EL PAÍS que los jueces y los fiscales dudan de que una reforma legal ataje los maltratos a mujeres: dicen que se trata de un problema social y que no se arreglará hasta que no se solucionen las causas que lo originan. Qué bonita frase y qué bien dicha. Ahora podemos sentarnos confortablemente sobre esas palabras luminosas y tirar 100 años más mientras los maridos siguen abrasando, acuchillando y apaleando a sus mujeres hasta la muerte.Se me ocurre que se podría decir lo mismo de la criminalidad común. Por ejemplo: no se atajarán los atracos hasta que no mejoren las causas sociales que los originan. Lo cual no es óbice para que fiscales y jueces confíen en contener los delitos por medio de un sistema de leyes; y para que esas leyes sean reformadas, además, con gran frecuencia. Extraño escrúpulo dubitativo el de esta gente, en fin, cuando además es obvio que medidas legales como el extrañamiento pueden ayudar de manera inmediata a las mujeres.

Resulta curioso constatar que las cosas que les suceden a los varones tienden a ser contempladas como hechos sociales e históricos, mientras que las que les suceden a las mujeres suelen considerarse peripecias privadas y domésticas. "Hechos aislados", como dice Cascos, siempre tan pertinaz en el error: aunque cada año mueren muchas más mujeres víctimas del terrorismo doméstico que ciudadanos víctimas del terrorismo político. Las finísimas dudas de fiscales y jueces transparentan también este doble rasero; y además, me parece, cierta mala conciencia corporativa. Porque se diría que los magistrados han actuado demasiadas veces con torpeza y blandura. Por cierto, ¿cómo se llama este juez que obligó a la difunta Ana a compartir la casa con el verdugo que la calcinaría? Me gustaría saber su nombre: para desearle una larga memoria y felices fiestas.

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